n tiempos de mi temprana adolescencia -- hablamos de principios de los años 70 -- asistí al
seminario . . . Imagine una
escuela secundaria sin chicas, uniformes bien planchados, reglas
estrictas, un campus rotulado con simbolismos Católico-Romanos pordoquier, cumplimiento diario
de innumerables elementos de ritual . . . una matriz dentro de la Matriz, si se quiere. Los
lectores no deben leer despectivamente en mi descripción, porque mi recuerdo en conjunto de esta
experiencia es mucho más positiva que negativa.
Sin embargo, aún en mi propia época, a esa temprana edad, fui capaz de atestiguar cómo la Ortodoxia
tuerce la evidencia empírica de maneras asombrosamente intrincadas para que calcen en sus propios
planes. Específicamente, puedo recordar una clase donde el profesor exponente intentó reforzar
una creencia largamente sostenida entre los creacionistas estrictos, en particular que nuestro
planeta, nuestro sistema solar, nuestra galaxia . . . de hecho, nuestro Universo entero, no sólo
que fue creado en siete días, sino que era imposible que el Universo haya existido antes del año
4,004 A.C.
¿Y cómo se explicarían las metodologías recientemente desarrolladas, como la datación por carbono
14, las cuales muestran que la tierra tiene -- a lo poco -- billones de años? Bueno, eso es fácil,
afirmó mi profesor, rebosante de aplomo, "Por todo lo que sabemos, un día en el tiempo de la
Creación pudo haber sido igual a un billón de años en nuestro tiempo".
Al echar un vistazo por el aula, estuve igualmente seguro de que no fui el único asistente
que no se creyó tal disparate. (Años más tarde recordé esta experiencia al contemplar a la
"incriminante madre" de Joseph Campbell, regañando a su hijo de doce años por escribir una ensayo
sobre la evolución, sin Adán y Eva. ["¡Oh, esos científicos! ¡Esas sólo son teorías!"])
[
2]
Aquellos que se mantienen como inquebrantables partidarios de la
Ciencia Moderna carecen
de causas para reír o menospreciar, no obstante. Porque un descubrimiento mucho más grande en mi
propia vida es el grado al cual nuestro propio sistema ortodoxo de conocimiento está atrapado
en un inmenso tejido de disonancia cognitiva. Rivaliza en grados de magnitud con el modesto prejuicio
que embrollaba a mi profesor de secundaria.
Como lo discuto en la obra de Kuhn en el
Capítulo 4 [
notas de recuadro],
el defecto fatal en el Cientifismo es que se aferra no a la búsqueda de la Verdad, sino al poder
del concenso entre una élite profesional, que existen para decir a las masas impuras la Verdad
que es aceptable para ellos que crean. Simultáneo a esto, ellos tienen que hacer lo que hay
que hacer para convencer de que ese éxito financiero y político, la vara con la que la gente de nuestra
Era mide su valor, no tienen influencia en la integridad de su trabajo dentro de sus disciplinas
subyacentes. (El que la gente de todos lados acepte esta proposición absurda es otro ejemplo más
de Doble moral).
Aunque el pensamiento histórico predominante contempla a nuestra visión mecanística Occidental del
mundo y ubica sus orígenes a los pies de Descartes, o inclusive Bacon
[
3],
sostengo que una mente más penetrante verá que las semillas de nuestro predicamento actual se remonta
mucho más atrás. El mismo Toynbee, quien atribuyó a la Civilización Occidental una posición de
"aparentamiento" desde la Sociedad Greco-Romana o Helénica, pudo aún observar suficiente homogeneidad
en las veinte civilizaciones que han vivido, respirado, y muerto antes que la nuestra en los últimos
6,000 años para decir que "(todas) deberían ser apreciadas hipotéticamente, como filosóficamente
contemporáneas y filosóficamente equivalentes".
[
4]
Para Quigley, en su recuento de las "veinte civilizaciones que han existido en toda la historia
de la humanidad," se puede encontrar un "patrón de experiencia común".
[
5]
Sostengo que estos elementos comunes son particulares de esta Era, pero no de Eras anteriores . . .
que hay, tal como hubo, "Sistemas Operativos Culturales Globales" (SOCG) que operan inter-cataclísmicamente
-- entre eventos de extinción realmente severos. Estos, sin embargo, no se pueden confundir con
fenómenos cataclísmicos menores los cuales no son suficientemente severos para causar que los SOCG
sean reescritos -- tan sólo reiniciados. Dentro de los SOCG hay numerosas sub-culturas, algunas
que operan durante varios momentos en la vida de un SOCG que varían considerablemente una de la
otra. Esas sub-culturas que son dominantes (como la "Civilización Occidental, Moderna" lo es
ahora) son aquellas que funcionan a la capacidad del SOCG predominante . . . como en el modelo del juego
del Dilema del Prisionero que examinamos más adelante en esta sección.
No podemos proceder a examinar la historia de la medicina en nuestro propio tiempo, a menos que
comprendamos el SOCG bajo el cual ésta opera. Llegando a comprenderlo, creamos primeramente algunas
premisas fundamentales.
Un error fundamental que ha a acosado la arqueología ortodoxa, tan tenazmente como el tema del
"tratamiento de quimioterapia y radiación para la buena salud" ha acosado a la medicina moderna,
es que la historia es lineal -- que como insinuó mi profesor de historia creacionista: nuestra
civilización conduce una onda lineal de progreso desde nuestros progenitores que trepaban a los
árboles cargados de fruta con el rabo destapado en la junga hasta el hombre moderno trepando
centellantes rascacielos en rápidos elevadores. Y si acaso el intervalo de tiempo para esta
supuesta mejora es de 4,000 o 4 billones de años, aferrado al pensamiento creacionista o al
Neodarwinismo, resulta inmaterial.
Están equivocados -- y los Catastrofistas tienen la razón, a través del puro peso de la evidencia
empírica.
Aferrase a ideas que apoyan el dogma de un sistema no tiene hoy más sentido que conciliar los
prejuicios de los defensores de la Tierra plana hace cinco siglos. Aquellos que deseen pasar
incontables horas revisando evidencia indisputable sin la pre-aprobación del Sistema podrían
comenzar por Michael Cremo, o incluso Immanuel Velikovsky.
(See [
6 ].)
Las esferas metálicas de Ottosdalin están hechas de un material tan sofisticado que el acero no
lo puede rayar. Se encontraron incrustadas en roca pirofilita a principios de los años 80; al parecer
son hechas por el hombre y sin embargo antedatan cualquier edad aceptable para formas avanzadas de
vida en la tierra. Fueron hechas aproximadamente hace 2.8 billones de años . . . justo aquí . . .
en la tierra . . . Nota: son billones, no millones.
"[Nos asedia la ignorante noción de que]
si los hechos no concuerdan con la teoría favorecida, entonces esos hechos, aunque sea una imponente
colección de ellos, tienen que descartarse . . . Existe dentro de la comunidad científica un filtro
del conocimiento que elimina la evidencia inoportuna. Este proceso de filtrado del conocimiento ha
estado ocurriendo durante muchos siglos y continúa el día de hoy . . . "
" . . . El hombre desfigura el pasado para purgarlo de cualquier cosa que viole su necesidad
de tener armonía y estabilidad, de tener 'los cielos mismos, los planetas, y este núcleo contempla
grado, prioridad y lugar.' "
[ 6 ]
|
Está fuera del ámbito de este libro re-detallar los miles de elementos de evidencia que claramente
muestran que hombres -- o para decirlo en términos más amplios -- humanoides tan inteligentes como
nosotros mismos vivieron en este planeta no por cientos de miles de años, sino por lo que parecería
ser cientos de millones de años. El incalificable daño que tal evidencia asestaría en cualquiera
de las variaciones del actual pensamiento de Neodarwinismo es evidente. (Lo que no es tan evidente
es porqué algo tan simple como huellas de pie que datan de 250 millones de años no pueden abordarse
apropiadamente por la arqueología moderna -- y son relegadas a investigadores marginales).
[
7]
Y sin embargo no es que los miembros del sistema científico ortodoxo no hayan llegado a conclusiones
similarmente desdeñosas acerca de las doctrinas más sagradas sobre nuestros orígenes. (Lo que se
viene a la mente son cosas como las revelaciones que hizo en el ocaso de su vida Francis Crick,
el ganador del Premio Nóbel co-descubridor del ADN. Él culminó su carrera predicando que muy
probablemente el hombre no se originó en el planeta tierra, sino que fue resultado de panspermia
-- es decir, semilla de orígenes extraterrestres).
[
8]
Para los lectores que no puedan aceptar esta Premisa como un hecho, se recomienda una lectura más
completa de los libros en las Notas a pie de página. Muy aparte de las fuentes citadas al pie
de página, puedo decir por mi experiencia personal, que muchos colegas me han dicho a lo largo
de su propio peregrinaje que han llegado independientemente a la conclusión de que la historia
del hombre en la tierra es mucho más antigua que lo que nos hicieran creer las convenciones.
Y si usted cree que el hombre -- o seres cercanos a nosotros en morfología e inteligencia --
tiene cientos de miles, si no acaso innumerables millones de años, entonces usted debe que aceptar
que tiene que haber eventos cataclísmicos -- muchos de ellos -- que han exterminado completamente
períodos civilizacionales anteriores. Resulta ser que hay montones de evidencia arqueológica para
apoyar el argumento de que las extinciones en masa ocurren con una regularidad escalofriante en
este planeta -- mucho más de lo que admitirían las convenciones.
[
9]
Dicha evidencia forma la columna vertebral de mi segunda premisa.
La evidencia arqueológica, en su mayor parte despreciada por la comunidad ortodoxa, mostrando que
las extinciones en masa han tenido lugar en la tierra con una regularidad estremecedora, es tan
voluminosa que han emergido un conjunto de teorías para tratar de darle sentido a los datos. Algunos
cataclismos son medianamente severos, de manera que el sistema operativo global tiene que reiniciarse.
Como su computadora, su sistema vuelve a comenzar -- pero de nuevo, sin haberse hecho cambios en
el sistema operativo. (Sólo cuando el cataclismo alcanza serios niveles de extinción en masa es
que se reescribe en su totalidad un SOCG -- pero tocaremos este punto más tarde).
Richard Firestone, y sus socios, han escrito sobre los efectos relativamente recientes de la
explosión de una supernova (su mejor candidata se llama "Geminga") que causó eventos de extinción
masiva en este planeta en oleadas, apenas hace 41,000, 34,000 años, y una ola más larga que
ocurrió hace 13,000 a 16,000 años. Los efectos de la primera ola fueron tan grandes que virtualmente
toda la megafauna del continente Norteamericano fue destruida (por ejemplo caballos, camellos,
mamuts, etc.).
[
10]
La evidencia es convincente y abrumadora.
Provocador para el pensamiento es el enfoque de Firestone al incluir historias indígenas que
respaldan y amplifican la evidencia recogida -- (diecisiete en total).
[
11]
Como destaca Firestone, los remanentes de una supernova se mueven a una velocidad increíble. Este
especimen de la constelación Sagitarius viaja a más de 1.3 millones de millas por hora. La evidencia
sugiere que un fragmento similar impactó la tierra alrededor del año 41,000 AC. Ya que la vida
humana es de tan corta duración, no somos capaces de apreciar cuán peligrosa es nuestra galaxia
y cuán frecuentemente nuestro sistema solar (y la tierra específicamente) se choca con objetos
extraterrestres (p. 175).
"La leyenda tiene un gran oponente a su perpetuación -- la civilización. La civilización
conlleva un desprecio por todo aquello que no puede entender; el escepticismo se convierte en
sinónimo de inteligencia; los hombres no repiten más -- dudan, disectan, se mofan, rechazan,
inventan . . . "
[ 12 ]
|
Igual de impresionante es el trabajo de D.S. Allan y J.B. Delair. Logran destilar un conjunto
de hallazgos arqueológicos, algunos de los cuales se superponen a los comentarios de Firestone
concernientes a las condiciones evidenciadas después del período Dryas Reciente. Uno de los
resultados de este particular cataclismo extraterrestre (que muchos creen que fue causado por
el cuerpo celeste
Faetón popularizado por Ovidio, fue "el diluvio". Resulta ser que el
diluvio originado no es una historia aislada de la Biblia. Hay más de 500 historias conocidas,
la mayoría de los descendientes de los indígenas sobrevivientes diseminados por el mundo en todos
los seis continentes poblados que confirman el evento -- el cual los autores estiman sucedió
aproximadamente 9,500 AC.
[
13]
Donde vivo en Sudamérica, las leyendas de antiguas y grandes civilizaciones son abundantes. Harold
Wilkins proporcionó una conexión entre las leyendas a lo largo y ancho de América Latina y el
colapso de Atlantis
[
14].
De fecha más reciente, es la colección de ensayos agrupada por J. Doughas Kenyon en su
Forbidden History (Historia Prohibida)
[
15],
quien introduce su trabajo recordándonos las miópicas condiciones que nos impiden reconocer los
signos de nuestro vasto pasado que nos rodean:
"[Porque] después de todo, se discute, que si
hubiera
habido una civilización antigua y avanzada, hubiéramos descubierto evidencias certeras de su
existencia. Presumiblemente, hubiésemos visto los vestigios de sus carreteras, y puentes, y
cableado eléctrico. Hubiéramos encontrado sus botellas plásticas, sus rellenos sanitarios, y
sus CD-ROMS.
Esas son, después de todo, las cosas que nosotros dejaremos a nuestro paso para
que los futuros arqueólogos las resuelvan.
"¿Pero una civilización antigua hubiera podido elevarse a alturas similares a las nuestras, y sin
embargo haber recorrido un camino distinto? ¿Qué entenderíamos de un mundo que pudo haber empleado
técnicas fundamentalmente diferentes -- aunque no menos efectivas -- para controlar las fuerzas
de la naturaleza? ¿Comprenderíamos, o no, un mundo capaz de, por ejemplo, crear y transmitir
energía por medios distintos que una red de transporte de energía eléctrica, de viajar enormes
distancias sin motores de combustión interna, o de hacer cálculos altamente complejos involucrando
geología y astronomía sin computadoras electrónicas?.
"¿Tenemos el donaire de reconocer y respetar logros que no sean los nuestros, o debemos escoger
el camino fácil y recurrir a estereotipar con crudeza a nuestros misteriosos ancestros primitivos,
descartando sin más cualquier cosa que no comprendamos de inmediato? "
[ 16]
|
El mismo Kenyon prosigue anotando que Velikovsky estudió extensivamente el tema de las civilizaciones
antiguas y llegó a la conclusión de que el hombre moderno padece de amnesia colectiva . . . que
los eventos traumáticos del pasado han dejado cicatrices tan profundas en la conciencia colectiva
del hombre que un mecanismo protector de defensa psicológica nos impide recordar los eventos que no
soportamos recordar. A nivel individual esto se llama síndrome de estrés post-traumático, pero,
como apunta Kenyon, ¿porqué no se podría aplicar este diagnóstico a la cultura de un planeta entero?
[
17]
Sería en vano calificar la probabilidad de las muchas teorías que han emergido para explicar los
nuevos datos arqueológicos -- y es innecesario para los propósitos de nuestro estudio. Lo que
SÍ es importante es reconocer que existe evidencia de que civilizaciones mundiales completas se
han hundido y han sido reemplazadas por otras nuevas. Y es en la coyuntura en donde ocurre el
cataclismo, donde la naturaleza ha "limpiado la placa petri", arrasado con las precedentes sociedades
y ecosistemas complejos del mundo, y dado paso de nuevo al surgimiento de formas de vida avanzadas,
cuando puede ocurrir un cambio real, libre de los enormes impedimentos inertes de la era anterior.
Cualquier programador de computación sabe que cuando él o ella se sientan a escribir código, el
momento en que la pantalla está en blanco y ni una sola letra se ha escrito tiene infinitas
posibilidades, limitadas sólo por los límites del hardware de base. Con las primeras líneas
viene una dramática limitación. Ha comenzado la estructura. La funcionalidad requiere enfoque y
límites. Puede que haya 50,000 líneas de código -- pero ninguna que estreche tanto el camino de
lo que sigue como las pocas primeras líneas.
Puede que una flecha vuele 200 metros hasta alcanzar su blanco, pero nada restringe tanto la
dirección, alcance, y velocidad de la flecha como las condiciones puestas por el arquero antes
de que la flecha dejara el arco.
Sostengo que al descubrir, a través de un proceso nada distinto a la regresión lineal, qué código fue
escrito al inicio de nuestra Era, se puede, con un nivel de comprensión que bordea en lo
metafísico, captar todo lo que sigue. Uno no puede entender la esencia de su Era, ver a través
de miles de años de Doble moral Orweliana, o navegar exitosamente por el mar de la disonancia
cognitiva y de las infinitas disparidades entre las narrativas comunes y las nociones de las
Élites, si no se lo hace.
Mi recorrido para llegar a esta conclusión tuvo la gran ayuda de la obra de Stephen Wolfram. Un
prodigio de las matemáticas, Wolfram comenzó a la edad de doce años (1972) a estudiar el autómata
celular y se sorprendió al descubrir que fórmulas de inmensa simplicidad daban origen a patrones
de tan involuntaria complejidad que los resultados eran completamente contrarios a la intuición.
Vivimos, después de todo, en una cultura mundial donde se da por sentado que diseñar un resultado
complejo requiere el desarrollo de entradas complejas.
Dedicándose, por los siguientes 30 años -- al principio como un pasatiempos ocasional y luego
finalmente con esfuerzo considerable -- a estudiar este fenómeno, Wolfram publicó sus descubrimientos
en el 2002.
[
18]
Al comienzo, Wolfram proporciona 255 "reglas" o fórmulas simples para demostrar su "nueva ciencia".
Su pregunta comienza con una idea simple, o como él mismo explica:
"Las nuevas direcciones de la ciencia han sido típicamente iniciadas por ciertas observaciones
y experimentos centrales. Y para el tipo de ciencia que describo . . . éstos concernían el
comportamiento de programas simples.
En nuestra experiencia cotidiana con computadoras, los programas con los que nos topamos están
normalmente configurados para ejecutar tareas muy definidas. Pero la idea clave que tuve casi
hace veinte años . . . fue preguntar qué pasa si en lugar se mira simples programas arbitrariamente
escogidos, creados sin ninguna tarea específica en mente. ¿Cómo se comportan típicamente dichos
programas?
Los métodos matemáticos que han dominado en el pasado la ciencia teórica no son de mucha ayuda para
dicha pregunta. Pero con una computadora es sencillo comenzar a hacer experimentos para
investigarlo. Porque todo lo que se necesita es tan sólo configurarlos y ver cómo se comportan...
Una característica importante de los autómatas celulares es que su comportamiento se puede presentar
rápidamente de forma visual. De tal manera, la figura de abajo muestra qué hace un autómata
celular al cabo de diez pasos.
[ 16]
|
La figura a la que se refiere Wolfram se muestra abajo. La precondición es simple: en cada escalón,
como en todos los autómatas celulares de este tipo, hay una regla definida que determina el color
de una celda dada dependiendo del color de esa celda y de sus vecinas inmediatas a la derecha
y la izquierda del escalón anterior. Aquí, la fórmula es:
cada celda en cada fila será
negra si ésta o cualquiera de sus vecinas eran negras en el escalón anterior:
Simple, ¿verdad? . . . Sabemos que este patrón se verá parecido a las 10,000 generaciones. Pero
qué pasa si introducimos la más pequeña variación -- manteniendo la fórmula simple. ¿Aún tendremos
un resultado predecible, intuitivo? En el ejemplo de la 50ma generación abajo, vemos el patrón
producido por la "Regla 90", presentada en la p. 25 de la obra de Wolfram. La fórmula es la
siguiente:
una celda debe ser negra siempre que una u otra, pero no ambas, de sus vecinas
haya sido negra en el escalón anterior. [Hacer clic para ampliar, o ver p. 25 de
New Science
(Nueva Ciencia).]
No es para nada complicado, pero aún así contiene elementos insertados que no se nos habrían
ocurrido sin premeditación -- en particular, producir el autómata por nosotros mismos a partir
de la fórmula proporcionada. El siguiente ejemplo es la misma fórmula llevada a los 500 escalones.
Es más cumplicada, pero sigue siendo sólo una versión más grande de la evolución a 50 escalones
de la misma fórmula. La novedad en su cumbre.
[Hacer clic para ampliar, o ver p. 26
de New Science
(Nueva Ciencia).]
El último ejemplo que usaremos de la obra de Wolfram se llama Regla 30. La fórmula es:
Ver cada celda y su vecina a mano derecha. Si ambas fueron blancas en el escalón previo,
entonces el nuevo color de la celda será el que haya sido el anterior color de su vecina a mano
izquierda. De lo contrario, el nuevo color será lo opuesto de esto. Pensándolo un momento,
uno se da cuenta de que sigue siendo una fórmula bien simple. Llevada a 50 generaciones, obtenemos
lo siguiente.
[Hacer clic para ampliar, o ver p. 27
de New Science
(Nueva Ciencia).]
Lo que obtenemos, en apariencia, parecería caótico. No vemos ni un orden discernible ni una
regularidad claramente definible. Sin embargo, si llevamos la evolución del autómata a las 500
generaciones, obtenemos una imagen completamente diferente. Aunque el caos siga ocupando el lado
derecho del patrón, un conjunto muy regular de patrones emerge a la izquierda. El desbalance
existe porque aún si no nos diéramos cuenta de inmediato, aún si no nos pareciera intuitivo al
principio, la fórmula originaria contenía en ella el requisito asimetría.
[Hacer clic para ampliar,
o ver p. 29 de New
Science (Nueva Ciencia).]
Wolfram no fue el primero en notar las enormes e impredecibles complejidades que pueden surgir
de condiciones iniciales simples. La teoría del emergente campo de caos se contruyó sobre esta
premisa. Años antes, Gleick anotó en su tratado sobre el tema a un biólogo poblacionista en
la Universidad de Princeton quien en los comienzos de esta disciplina estuvo "a punto de publicar
una apasionada petición de que todos los científicos observen el comportamiento sorpresivamente
complejo acechando en algunos modelos simples."
[
19]
Visto desde un ángulo distinto, el ímpetu detrás de la obra de Sheldrake sobre "causación
formativa" se basó, en parte, en su observación de que en términos de morfología, el comportamiento,
estructura social, etc., había demasiado que no se podía explicar mediante explicaciones
convencionales y mecanicistas de la predisposición genética. (En otras palabras, cómo es posible
que surja toda esta complejidad de precondiciones biológicas tan simples. Debemos estar pasando
algo por alto).
[
20]
Sin embargo, la obra de Wolfram es la más ilustrativa para nuestros propósitos.
La idea que marca nuestra premisa actual es simple, pero no es novedosa. Más aún, es difícilmente
controvertible. De hecho, la antítesis es ridícula: que hay severos cataclismos que diezman la
población, sus civilizaciones, la vida animal y vegetal de ese período . . . que se puede,
esencialmente, traer destrucción sobrecogedora al orden existente, y de ahí, como por arte de
magia, el SOCG de la especie dominante continúe, sin trabas.
Los sistemas operativos culturales, una vez puestos a andar con empeño, son como guantes hechos
a la medida. Si se destruyen las manos para las cuales fueron hechos los guantes, se vuelve
inútiles a esos guantes. Alguien más los puede usar, aunque le quedarán mal. Si mi analogía parece
extraña es porque lo es -- aunque busquemos a tientas una que sea mejor. Los sistemas operativos
culturales no son hechos a la medida; prosperan a medida que prospera la nueva Era naciente que
subsigue a un cataclismo mundial. La calcificación comienza a afianzarse apenas unos pocos siglos
después de la concepción, llevando milenios para abrirse hasta que, para usar el marco conceptual
de Terence McKenna, la novedad crítica para la sobrevivencia de ese civilización se acerca a cero.
[
21]
Lo más controversial es la existencia de sistema operativo cultural verdaderamente mundial.
¿Existe suficiente similitud, como se lo sugiere en nuestros anteriores comentarios sobre Toynbee
y Quigley? Seguramente, los registros de los antropólogos culturales están repletos de historias
de civilizaciones en conflicto que no sólo son claramente diferentes, sino completamente opuestas
en carácter. El ejemplo más notable para aquellos de nosotros que hemos vivido la mayoría de
nuestras vidas como Norteamericanos, es el de los pueblos nativos indígenas versus la Civilización
Occidental, caracterizada por oleadas de Europeos que buscaron no co-existir con la cultura
nativa, sino controlarla, conquistarla, y subsumirla.
Mientras que la cultura Europea trajo consigo un concepto de autoridad que era servía principalmente
a intereses monetarios, las culturas navitas eran principalmente socialistas, en el sentido más
verdadero; los pueblos nativos de Norteamérica accedían al liderazgo por lo que éste hacía por
su pueblo. Los Europeos encargaron la medicina y los remedios medicinales a una clase especializada;
los pueblos nativos sentían que algo tan personal como curar debería ser posesión de todos en la
tribu. Los Europeos esparcieron consigo la imposición de la ley, prisiones, y leyes criminales;
los pueblos nativos no tenían imposición de la ley, prisiones, ni leyes criminales porque, al
vivir en una apreciación de la vida en su estado natural, nunca los necesitaron -- siendo el crimen
escaso. Los Europeos tenían un concepto conocido como institución mental; los pueblos nativos no
los tenían y no se podían identificar con ellos, porque su gente no tenía un concepto de enfermedad
mental -- probablemente porque sus estilos de vida no los empujaban a producir personas con
enfermedades mentales.
Seton ilustra estas claras diferencias entre estas sub-culturas localizadas (en oposición a las
Culturas Mundiales) luego cita al Dr. Edgar L. Hewett con su propia comparación, "No puede haber
duda alguna de que el piel Roja había desarrollado una civilización mejor que la nuestra. Su
única debilidad fue el hecho de que no incluía la maestría de los metales . . . En cultura estética,
ética y social, los Indios sobrepasaron a sus conquistadores . . . es para la gloria del Indio
Americano que haya desarrollado un tipo de gobierno completamente diferente del Europeo, y más
efectivo. El bienestar del pueblo era el fin supremo del gobierno." (1930)
El profesor C.A. Nicols, según se dice "un profundo estudiante de la vida India", fue citado en la
misma obra, diciendo: "Me temo que hemos exterminado un sistema que estaba produciendo hombres
que, vistos por todos lados, eran mejores que nosotros."
[
22]
Seguro, no se puede decir que la Civilización Occidental y las culturas de los cientos de tribus
nativas que ocuparon Norteamérica eran similares. Ciertamente no son ramas de un mismo árbol.
¿Entonces qué puede significar posiblemente un Sistema Operativo Cultural Global o dominante?
La respuesta, extraña como parece, viene del exámen de lo que se ha vuelto una doctrina ampliamente
aceptada de la biología evolucionaria: nuestros "genes egoístas".
No hace falta decir que en nuestra cultura Occidental global, es la competencia, y no la
cooperación, la que proporciona el telón de fondo de nuestro sentido de próspero desarrollo,
avance, y autoestima. (Por ejemplo . . . ¿consideramos alguna vez las implicaciones de nuestros
ubicuos eventos deportivos en la manera que reflejan nuestra cultura? Recuerde, no me puedo llamar
exitoso a menos que haya vencido a todos mis oponentes. No soy un ganador a menos que todos los
demás hasta el punto de mi coronación sean perdedores certificados.)
Sería incorrecto ver al sistema científico, al cual la sub-cultura actual dominante dentro de nuestro
SOCG le dio nacimiento, proporcionar una auto-definición que se desvíe de este punto de vista.
"Somos máquinas de sobrevivencia -- vehículos robot programados ciegamente para preservar las
egoístas moléculas conocidas como genes".
[
23]
Y no sólo las personas: " . . . todos los animales, plantas, bacterias, y virus".
[
24]
El problema que tengo con los Darwinistas como Dawkins es que, si -- verdaderamente -- estamos
reducidos nada más que a máquinas exclusivamente comprometidas a comer, temer, pelear y copular,
eso no limita severamente nuestras posibilidades de desarrollo cultural? ¿O no somos limitados
al ver nuestras opciones de desarrollo a través de la rúbrica de nuestro actual zeitgeist (espíritu
del tiempo) global?
Dawkins vio en un antiguo juego,
Dilema del Prisionero, la oportunidad de examinar las posibilidades.
[
25]
Existen muchas variantes de este juego para dos personas extremadamente simple, pero aquí está
el original, el que fue usado por Dawkins en su libro. En el centro del juego se encuentra el
"banquero", quien paga las ganancias y cobra las "multas" de los dos jugadores. Cada bando tiene
sólo dos cartas en sus manos. Una dice "cooperar" y la otra "desertar". Cada quien mantiene sus
cartas boca abajo de manera que el contendiente no puede ver ni ser influenciado por la movida del
otro. Entregamos nuestra carta de juego y esperamos a que el banquero les dé vuelta.
The outcome is very
limited -- or so it seems: two to the second, or four.
The outcomes, and the payments and fines connected thereto,
are as follows:
El resultado es bien limitado -- o así lo parece. Los resultados, y los pagos y multas conectados
con ello son los siguientes:
Resultado 1 -- AMBOS
COOPERAN: El banquero nos paga a cada uno $300. A este resultado le llamamos,
RECOMPENSA.
Resultado 2 -- AMBOS
DESERTAN: El banquero nos multa a cada uno con $10. A este resultado le
llamamos,
CASTIGO.
Resultado 3 -- TU
COOPERAS, YO DESERTO: El banquero me paga $500 (la Tentación
de Desertar) y a tí (el Bobo) te multa con $100.
Resultado 4 -- TU
DESERTAS, YO COOPERO: El banquero te paga la recompensa de la Tentación de
$500 y a mí, el Bobo, me multa con $100.
El cuadro de abajo ilustra los resultados, con todas las ganancias o pérdidas monetarias incidadas
desde mi perspectiva:
La simplicidad del juego y el sorpresivo número de posibles resultados al jugarlo durante un
extensa cantidad de rondas es cautivador. Cuando se lo juega repetidamente (llamado el Dilema del
Prisionero "Repetido" o "Iterado"), se obtiene un amplio rango de estrategias potenciales. Estas
estrategias llevan nombres descriptivos (como "Siempre Cooperar" y "Siempre Desertar" -- donde,
como se puede ver bajo las reglas prevalentes, el último siempre derrotará al primero . . .
"Ojo por ojo", donde el jugador coopera en la primera movida y de ahí en adelante copia la jugada
anterior del otro jugador . . . "Sondeo Ingenuo", idéntico a Ojo por ojo, excepto que hay movidas
al azar donde el jugador lanza una deserción injustificada y reclama la alta paga de la Tentación .
. . "Ojo por ojo sospechoso", idéntico al Ojo por ojo, excepto que se deserta en la primera jugada .
. . "Sondeo Arrepentido", parecido al Sondeo Ingenuo excepto que éste recuerda si recién "desertó
espontáneamente", y si el resultado fue una venganza expedita. Si es así, le permite 'arrepentidamente'
a su oponente 'una jugada gratis' sin vengarse; etc.)
Dawkins se apoya fuertemente en la obra de Robert Axelrod, quien ejecutó competencias computarizadas
usando una diversidad de "estrategias" propuestas. Aquellas estrategias inclinándose a favor de la
cooperación se denominaron "amables"; aquellas a favor de la deserción, "malvadas". Se puede
pensar en estas estrategias en términos de culturas localizadas, o quizás la cultura de una
civilización entera. Las reglas del juego -- el Dilema del Prisionero -- pueden ser vistas como
nuestro Sistema Operativo Cultural Global, del cual las estrategias o culturas localizadas son tan
sólo posibles subconjuntos. Dicho de otra forma, quizás usted vea a los SOCG como las condiciones
culturales globales sobre las cuales las sub-culturas son estrategias de juego, dentro de ese
conjunto de reglas.
Estadísticamente -- pero no intuitivamente, las estrategias "amables" se adaptan mejor en el
conjunto. De hecho, Dawkins titula el capítulo sobre este tema, "Los chicos amables terminan
primero".
Dichos resultados, sin embargo, no se traducen en el mundo real. Sospecho que esto se debe en gran
parte a la artificialidad del juego: cada jugador ve la jugada de su oponente tan pronto ha sido
jugada. Las mismas reglas se aplican a ambos bandos. El conocimiento no está bifurcado. La verdad
no es secuestrada.
No se necesita decir que la "estrategia ganadora" de hoy en día -- la civilización "Occidental" o
moderna -- es muy decididamente "malvada". No es por accidente que un axioma de los negocios
Estadounidenses sea la expresión "Los chicos buenos van en último lugar". Es con esta manifiesta
observación que Harold Bloom pudo ver en la extensión de la historia, encontrar dentro de ella
la infalible inclinación hacia las fuerzas de lo demoniaco y proclamar "La naturaleza no aborrece
al mal; ella lo acoge. Lo utiliza para construir. Con él, ella mueve el mundo humano a grandes
alturas de organización, complejidad, y poder . . . La muerte, destrucción y furia no molestan a la
Madre de nuestro mundo, son simplemente partes de su plan.
Sólo
nosotros nos indignamos por las consecuencias del Principio de Lucifer . . . porque
somos víctimas de la cruel indiferencia de la Naturaleza hacia la vida, peones que sufrimos y morimos
por vivir fuera de sus esquemas. Un resultado: de nuestras mejores cualidades nacen las peores.
De nuestra urgencia de juntar nace nuestra tendencia de desgarrarnos unos a otros. De nuestra
devoción a un bien mayor nace nuestra propensión a las más repugnantes atrocidades. De nuestro
compromiso con los ideales nace nuestra excusa para odiar. Desde los inicios de la historia, hemos
estado enceguecidos por la habilidad del mal de vestir un disfraz de benévolo. No hemos podido
ver que nuestras mejores cualidades a menudo nos llevan a las acciones que más aborrecemos --
asesinato, tortura, genocidio, y guerra". No hay duda de que al observar los efectos de lo que fue,
incluso en ese tiempo, la estrategia ganadora de nuestro actual sistema operativo cultural, Descartes
llegara a la conclusión de que "las categorías básicas de la ética no son el bien y el mal,
inequidad y rectitud, sino, como en el mundo natural, poder e impotencia".
[
26]
El lector astuto no pasará por alto esta aplicación de esta tendencia en medicina moderna.
Desvestida de su delgada y desgastada propaganda política, vemos un organismo que crea técnicas de
diagnóstico que de hecho inducen a la enfermedad [
27],
vacunas que confieren más enfermedades de las que jamás previnieron
[
28],
drogas farmacéuticas con avisos de efectos secundarios risiblemente extensos que aún en su mejor momento
se centran en uno o más síntomas, rara vez en la causa subyacente -- ¿porqué? Ya que son fundamentalmente
tóxicas [
29],
las élites de investigación científica que efectivamente crean parámetros que absolutamente aseguran
de que sea imposible encontrar una cura para la enfermedad por la que los contribuyentes les están
pagando billones
[
30],
agencias regulatorias (piense: la FDA de los EUA) que trabajan para prohibir o sacar del comercio
vitaminas y productos minerales baratos que amenazan el lucro farmacéutico [
31]
o incluso medicamentos EXISTENTES para prescripción cuando amenazan drogas patentadas existentes
[
32],
revistas médicas prostituídas que admiten que la investigación que publican se "mofa de la
investigación clínica",
[
33]
. . . para mencionar tan sólo unos pocos de los atributos que definen esa especie de pozo séptico
que es la medicina organizada moderna.
¿Siempre ha sido así y siempre lo tendrá que ser? Bloom cierra con un rayo de esperanza, diciendo
"A nuestra especie, la evolución le ha regalado algo nuevo -- la imaginación. Con ese regalo, hemos
soñado con la paz. Nuestra tarea -- talvez la única que nos salvará -- es hacer realidad
lo que hemos soñado".
[
34]
Estoy de acuerdo con el sentido de urgencia de Bloom concerniente a nuestro futuro, pero desacuerdo
con su evaluación de nuestro pasado.
Nuestra era es Luciferiana porque está tan dictaminada por nuestro actual Sistema Operativo Global
dominante, armado al cierre de la última catástrofe mayor -- el Diluvio, un evento que no fue
la última castástrofe mayor global, pero ciertamente la más severa.
(Ver
Velikovsky).
Abunda la evidencia de una Edad de Oro -- precediendo el actual tiraje de 26 civilizaciones --
donde la paz predominaba, la vida era simple, y el principio Luciferiano no prevaleció. "El
malestar aparentemente ha sido percibido en todas las civilizaciones", anota Hiram Caton, "porque
ninguna carece de una mitología de añoranza de la edad de oro y la vida simple".
[
35]
La obra reciente de Steve Taylor escudriña a través de evidencia arqueológica reciente considerable
para mostrar que a lo largo y ancho del mundo, los pueblos indígenas hablan de una "Edad de Oro",
donde la guerra era virtualmente inexistente, en lugar del patriarcado había una igualdad y respeto
mutuo entre los sexos, la codicia y la explotación eran desconocidas en su forma actual, y
predominaba un 'fuerte apego al mundo natural' y una profunda reverencia por él". Denomina la
transición a nuestro
actual SOCG,
La Caída (The Fall)
-- el cual es el título de su obra.
[
36]
"Suena a paraíso, y de cierta manera . . . lo era. De hecho . . . es exactemente así como lo
parecía a pueblos ulteriores, que recordaban este período pre-Caída de la historia en su mitología,
como la Edad de Oro o una era donde 'Los hombres de virtud perfecta' vivieron. Ningún grupo humano
invadía el territorio de otros grupos ni trataba de conquistarlos y robar sus posesiones. No
había bandas nómadas de pillos que asaltaran los pueblos, ni piratas que vivieran del ataque a los
asentamientos costeros. Pordoquiera el estatus de las mujeres era igual al de los hombres y en
ningún lado había ninguna diferencia de clases o castas, con distintos grados de estatus y fortuna
. . . un espíritu de armonía natural parecía haber invadido el planeta entero, una armonía entre
seres humanos y naturaleza y entre los mismos seres humanos. Los seres humanos pueden haber sido
oprimidos por la naturaleza hasta cierto punto, pero eran libres de la opresión de otros seres
humanos. Los grupos humanos no oprimían a otros grupos, los miembros del mismo grupo no se
oprimían entre ellos, y los hombres no oprimían a las mujeres".
[
37]
Heinberg, al escribir 16 años antes, con menos acceso a los recientes hallazgos, anota, "La
evidencia de la antropología y la arqueología quizás no prueben (aunque ciertamente no niega) la
antigua existencia de una Edad de Oro -- esto es, de una cultura unitaria en la cual la gente era
universalmente y continuamente telepática, vivía cercana a la Naturaleza, y poseía poderes
milagrosos. Pero . . . los descubrimientos antropológicos y arqueológicos
sí han demostrado,
casi más allá de toda duda, que dos de los aspectos más desestructurados de la civilización
(el uso y justificación de la violencia como medio de ordenar la sociedad y el deseo de dominación
sobre otros seres humanos y sobre la Naturaleza) fueron adquiridos muy recientemente. Los
hallazgos de los arqueólogos muestran que en el pasado los seres humanos sí vivieron --
y por lo tanto por principio son capaces de vivir -- en paz y harmonía tanto entre ellos
como con la Naturaleza."
[
38]
Ha sido una gran aventura a lo largo de las eras el determinar qué causo que esta "Edad de Oro"
llegue a su final. Taylor no tiene problemas para localizar un punto de descenso, el cual intenta
demostrar que está conectado a causas medioambientales en un área que James DeMeo denomina
"Saharasia". Lo que resultó fueron guerras de recursos (o . . . simplemente guerras -- porque
¿qué guerra ha existido jamás que no fuera, en realidad, por el dominio de los recursos?), lo
cual resultó en el desarrollo del hombre hacia una "explosión de ego" con la cual nuestra especie
se ha plagado a ella misma y a la naturaleza desde entonces.
[
39]
Pero Heinberg no pretende comprometerse con ninguna teoría,
"¿Qué ocasionó la Caída? ¿Porqué
y cómo la Edad de la Inocencia llegó a su fin? Estas preguntas han dejado perplejos a los
teólogos y filósofos por milenios . . . los mitos mismos no presentan una explicación franca y
unificada, más bien, al describir lo que parece ser un cambio en la polaridad fundamental de la
conciencia humana, emplean una variedad de imágenes que parecen metáforas para algún evento
subjetivo y espiritual."
Desde el Cristiano ortodoxo, que cree que la "Caída" tuvo lugar en el Jardín del Edén, hasta mitos
similares narrados por Heinberg, una cosa es innegable: los elementos comunes que los unen a
todos. Dichas historias son vistas como mitos -- pero es la lucha de los investigadores como
Heinberg que su propósito es divulgar eventos reales. (Velikovsky apunta que los profetas del
Antiguo Testamento hablan sin cesar sobre catástrofes globales, las cuales aunque son más recientes
que aquellas llamadas la "Caída", son igualmente las víctimas del desdeño: "(todas ellas) hablan
insistentemente sobre esas catástrofes (pero a pesar de su claro objetivo y concreción de testimonio
han pasado) invadvertidas. Los textos son leídos y vistos como simples metáforas o alegorías para
eventos políticos."
[
40]
Si la causa exacta de "La Caída" fuera crucial para Meditopia -- asumiendo que se trata sólo
de una causa -- extendería mi propio agumento.
No lo es.
Si la ubicación cronológica exacta de la muerte espiritual de nuestra raza fuera crucial -- de nuevo,
extendería mi propio argumento.
Pero no lo es . . . porque importa un bledo -- para usar el lenguaje de Taylor -- si nos hemos
sometido a nosotros mismos, al medioambiente, a nuestro planeta, a 6,000 años de locura . . .
8,000 años, o si debo usar la cronología de D.S. Allan remontándonos al último Diluvio mayor en 9,500
A.C. -- 11,500 años. Importa poco si el diluvio se originó o no por un desplazamiento del eje
polar; o los efectos gravitacionales del paso de un enorme objeto extraterrestre; o la explosión
de una supernova fuera del Sistema Solar, como Geminga; o una combinación de los mismos.
El punto es, que sucedió. Los registros están demasiado repletos de parte de demasiadas fuentes
para fingir que no sucedió.
Dentro de esos mismos registros están las historias de la modificación de la vida que viene detrás
de un cataclismo -- y aquí es donde el sentido común debe dominar sobre la incesante necesidad de
justificar todo lo que venga del registro arqueológico, como si hubiéramos perdido la habilidad de
razonar lo obvio: el cataclismo trae consigo la desintegración del orden establecido. Viene la
extinción en masa, y con ella se rehacen los ecosistemas y sociedades. Lo veo como algo evidente
por sí mismo -- aunque los registros lo respaldan claramente. (En el reino de la ciencia, usted
recordará nuestros coloquios sobre la obra de Kuhn
aunque el registro
Structure of Scientific Revolutions
(Estructura de las Revoluciones Científicas)
en el capítulo anterior: los cambios de paradigma (un ejemplo microcósmico de lo que estamos
hablando) nunca ocurren por cuenta propia. Son el resultado de crisis planteadas por una teoría
nueva y convincente o por una corriente de pensamiento. El viejo pensamiento no se destruye a menos
que llegue un nuevo y convincente "cataclismo" que recontruya la disciplina. La reconstrucción
sí ocurre sin destrucción).
En el acto de reescritura de un SOCG -- no un reinicio, sino una reescritura -- cambian las reglas
del Dilema del Prisionero. A Wolfram, por decirlo así, le toca comenzar de cero con unas cuántas
fórmulas para su autómata celular. En el delicado momento en que la vida recomienza, surgen
oportunidades de llevar al mundo en una dirección que puede diferir completamente de los dictámenes
de la vida en la Edad anterior. La placa petri que llamamos Tierra es una cultura nueva y fresca,
dispuesta a aceptar las primeras pocas líneas de nuestro nuevo código de operación. ¿Que nuevo
programa introduciremos para operar la nueva Tierra? ¿Existirá algo cercano a lo que tenemos
ahora -- donde se ha empleado una variación del "Siempre Desertar, Especialmente cuando Engañosamente
se lo Puede Hacer Ver como que uno Coopera" por miles de años para recompensar de la mejor manera
al que haga el mejor trabajo saqueando, violando, bombardeando, a la vez que perfeccionando la
publicidad política interna y extera para justificar un comportamiento tan benigno? ¿Permitirá
el nuevo programa que creamos que la medicina organizada continúe como es ahora -- creando más
enfermedad que las que alivia? ¿Asegurando un holocausto de la atención médica que compite
con la más bestial de las guerras declaradas?
Ojalá que no.
Pero por otra parte mi argumento es que peligramos cometer los mismos errores al "escribir"
el nuevo programa, a menos que volvamos regresivamente a las primeras líneas de código del
SOCG existente -- el que fue escrito hace 6,000 . . . u 8,000 . . . u 11,500 años y examinemos
el ADN que creó nuestro mundo. Nos pertenece una "semilla corrupta", y no lograremos crear
un mundo nuevo a menos que podamos comprender -- marcar -- el que dejamos atrás. Más aún,
concidencialmente nos encontramos con la incipiente necesidad de hacerlo.
Personas como Ervin Laszlo creen que nos acercamos al "punto crítico", y que el momento de hacer
cambios en nuestro sistema operativo global es ahora -- porque aún tan horrendas como se vean las
cosas en la superficie, no es demasiado tarde (aunque no usa exactamente esas palabras). Sí, a pesar
de toda la evidencia de que haya factores intertes que dan soporte a nuestros insostenibles métodos,
Laszlo implora que haya un cambio dentro de los siguientes siete . . . bueno, veamos ahora,
hagámoslo . . . cinco años.
[
41]
Sir Martin Rees argumenta que nuestra especie se acerca a su "hora final", y está "en mayor riesgo
que en cualquiera de las fases anteriores de su historia",
[
42],
opinión compartida por Sir James Locklock (quien popularizó el concepto de "Gaia").
"No soy un pesimista", escribe Locklock, "y siempre imaginé que el bien prevalecería al final. Cuando
nuestro Astrónomo Real, Sir Martin Rees, ahora Presidente de la Sociedad Real, publicó su libro en
el 2004,
Our Final Century (Nuestro Siglo Final), se atrevió a pensar y escribir sobre el
fin de la civilización y la raza humana. Lo disfruté como una buena lectura, llena de sabiduría,
pero no lo tomé como más que una especulación entre amigos y nada por lo cual perder el sueño".
"Me equivoqué; era profético, porque ahora la evidencia que llega de los observadores alrededor
del mundo trae noticias de un cambio inminente de nuestro clima hacia otro que podría fácilmente
llamarse Infierno: tan caliente, tan mortal que sólo un puñado de los abundantes billones que ahora
viven sobrevivirán".
[
43]
Dado el compás del actual malestar global, nos lleva a preguntarnos, "¿Es el Cataclismo Severo
el que pone fin al SOCG y ocasiona su reescritura . . . o el SOCG contiene semillas de imperfección
que invitan al siguiente Cataclismo?"
¿Qué condiciones iniciales se pudieron haber escrito en el código inicial de nuestra Era para
que obtengamos, como resultado inesperado, el infierno que tenemos ahora? Será que podemos ir hacia atrás
para conocer el código inicial estudiando una muestra de sus numerosos resultados -- o como dice
Wittgenstein en un comentario sobre la segunda "línea del código" en su exposición de la filosofía
del saber, "En la lógica, nada es accidental: si algo
puede ocurrir en una situación, la
posibilidad de la situación debe estar escrita en la cosa misma . . . Si algo puede ocurrir en
una situación, esta posibilidad debe estar ahí desde el principio".
[
44]
Las teorías abundan . . . de los Cristianos ortodoxos oímos que este mundo -- y todo lo que hay
en él -- pertenece a, o es el dominio de, Satanás. El código de inicio tiene dentro de sí el punteo
de la manzana del Árbol de la Ciencia, un desafío abierto a Dios, y sólo con un resultado
cataclísmico (Armagedón) y el regreso de Cristo veremos un rumbo sano [donde gobierna el Reino de
Dios . . . ¿un cambio positivo en el sistema operativo?].
Para Steve Taylor, el código inicial pude incluir su "explosión de ego" -- de manera que los cambios
en el código sean el resultado de cambios en
nosotros -- colectivamente en la humanidad.
Ciertamente ahora hay un montón de libros en el mercado que predican que la única forma de salir
del actual dilema del hombre es un cambio en nuestros corazones -- otra vez, un cambio colectivo
en la humanidad.
[
45]
Para los que deseen algo más estructurado, me permito recomendar la obra de Terrence McKenna
Time Wave Zero? (¿Onda Temporal Cero?). Ha hecho un muy buen trabajo deconstruyendo la historia
hasta ahora . . . pero las condiciones iniciales son ambiguas -- ni tampoco es claro que tenemos
la habilidad de cambiarlas.
[
46]
Por otra parte, podemos usar nuestra mente para construir posibilidades más creativas -- muchos
dirían extravagantes --: si se juntan los textos Sumerios traducidos de Zacharia Sitchin con el
análisis psicológico de Immanuel Velikovsky -- y luego se añaden las observaciones de un puñado
de autores relacionados . . . esto es lo que se obtiene -- olvídese de Francis Crick, panspermia,
y el ser simientes del espacio exterior -- es mucho peor que eso: el
homo sapiens es una
especie de diseñador creada por un grupo corrupto, sádico, explotador y extraterrestre llamado
Annunaki. (Ellos regresarán de nuevo cuando el planeta Niburu haga un sobrevuelo en el 2012 D.C.).
Hemos tenido una "Guerra del Terror" -- de cierta manera, con argumentos para su perpetuación que
varían en ridiculez -- durante 6,000 años ahora, pero lo que nos aqueja es lo que ha dejado a su
paso: una "Élite" que gobierna el mundo, cuyos tentáculos son las influyentes sociedades secretas
cuyos miembros se encuentran en cada rincón del mundo. Estas Élites, cuyos miembros y sus ancestros
fueron alguna vez castigados por los Annunakis y por desastres en el planeta, ahora los emulan.
Podríamos recordar nosotros mismos algo de estos traumas pasados, pero se nos impide
colectivamente hacerlo como un mecanismo auto-protector de la psiquis.
[
47]
Vaya . . . ¡hablando de desafiar la narrativa común!
Bueno, olvidemos las teorías de otras personas. Hagamos una propia. Si debiéramos crear una fórmula
-- con la simplicidad de las usadas por Wolfram en su autómata celular, ¿qué diría?
Dicho en lenguaje sencillo, sin simbolismo matemático, talvez diría algo como esto:
- Mis pensamientos están aparte de los demás.
- "Yo" es aparte del "no Yo"
- Lo Mío (posesiones) es aparte de lo no mío.
- Ayudar al "no Yo" sólo si es materialmente beneficioso para "Yo".
Ya está. Recuerde, cualquier programa inicial tiene que ser simple.
De inmediato, vemos que nuestro código inicial contiene elementos de la "explosión de ego" de
Taylor, pero esto no es una idea original. Bucke propuso hace más de un siglo que el hombre
tiene que pasar através de la autoconciencia para llegar a estados más altos de evolución
colectiva -- que finaliza en la conciencia cósmica, primero para individuos selectos, y luego
para toda la especie. Bucke aclara que pasar por este estado significa experimentar el "ego" de
maneras inaccesibles en las etapas iniciales de desarrollo.
Lo que obtenemos de estas primeras líneas de "código" es un movimiento colectivo hacia el
fragmentacionalismo, no hacia la integralidad. El beneficio individual a costas del régimen
colectivo. Hay asimetría. Hay una lucha de "juego de suma cero" que se desarrollará inevitablemente
entre los "yo's" que tienen y los "no Yo's" que no. De este código operativo original se desarrolla
una bifurcación natural de los activos, estatus social, y conocimiento.
Sí, se observa pueblos como la mayoría de las tribus Americanas que predominaron en Norteamérica
antes de la invasión Europea, materializando culturas que al parecer se oponen al código inicial.
Pero no sobreviven. Las variantes de "Siempre Cooperar" no son estrategias ganadoras. No son
Luciferianas. No lo lograrán --- (y, ciertamente, no lo han hecho).
Para que cualquiera de las culturas indígenas de las Américas tenga estrategias ganadoras, el
SOCG debió haber dicho algo como esto:
- Mis pensamientos brotan del Inconsciente Colectivo.
- "Yo" no está aparte del colectivo.
- Mi vida está tejida en la tela de la comunidad -- el colectivo.
- Ayudar a la comunidad que es la expresión de la integridad de la vida.
Un tal conjunto inicial de condiciones de operación representa casi la antítesis de lo que ha
atestiguado la humanidad durante los últimos 6,000 años.
Lo que se obtendría SI se tomara el primer conjunto de código operativo y de manera Wolfram-esca
se le diera avance rápido hasta más de 300 generaciones de existencia humana, se puede observar
impregnando cada área de la vida humana.
Pero esto es Meditopia.
Así que nos ceñiremos a los efectos --- la historia --- de sólo un área por ahora.
La Medicina.