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No creo conocer de alguien que no pueda recordar la versión
escolar del escorbuto; que era una enfermedad difundida en la marina
Británica "porque los marinos no tenían acceso a alimentos frescos durante
los largos viajes por mar; que se descubrió que el jugo de limón
prevenía -- o se pensaba después que 'curaba' -- los síntomas";
y que el descubrimiento del ácido ascórbico (Vitamina C), hecho
posible a través de un milagro de la medicina moderna, finalmente
dio lugar a la eliminación de esta enfermedad de deficiencia.
[
1 ]

La base de esta deficiencia está bien establecida: que los humanos integran
el puñado de primates que, junto con los conejillos de indias y los murciélagos
frugívoros, comparten un "defecto genético". A saber, que ellos (nosotros) somos
los únicos entre las más de treinta subclases de Mamíferos que no metabolizan
su propio ácido ascórbico (C6-H8-O6). De hecho, la producción interna de ascorbato
es casi universal en la vida animal. Nosotros carecemos de ella.
[
1B ]
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Nada de esto cuenta realmente la historia como merece ser contada, por supuesto.
Y tan culto como yo pensaba que era, no fue hasta que fui a prisión y me topé
con historia tras historia mostrando los alarmantes paralelos entre
la historia del escorbuto y la más reciente historia del cáncer, que comencé a entender
la importancia de los paralelos. Lo más notable . . .
- Las curas para el escorbuto, como el cáncer, son asombrosa
y sobrecogedoramente abundantes.
Están pordoquier. Quizás ahora seamos capaces de apuntar
a un sólo nutriente aislado, el ácido ascórbico
(o simplemente, Vitamina C) como la cura para el escorbuto, pero
desde un punto de vista naturopático, el número de materiales de base
que curan el escorbuto son muchos y son ubicuos. Tan ubicuos entre las frutas
y vegetales, que para cualquier propósito, se podría decir que en una dieta
balanceada, tanto la cura como la prevención del escorbuto ha sido y es . .
alimentos que son FRESCOS.
De hecho, el escorbuto ocurre principalmente porque un
importante "factor de frescura" (Vitamina C) tiene problemas
bien conocidos de inestabilidad.
- Evidencia de Ocultamiento También "Por Todos Lados".
La evidencia de los intentos de la comunidad médica ortodoxa de ocultar
la fehaciencia de estas abundantes curas son igualmente abundantes,
vergonzosas, y egoístas. (¿Nos debería sorprender?)
Esto es particularmente irritante, dada la cantidad de curas
efectivas dentro de un amplio rango de comunidades indígenas que han
sido deliberadamente ocultadas.
- ¡Ocultamiento Incluso DESPUÉS de Descubrir la Cura!
Incluso después de encontrar las curas, el sistema ortodoxo ha alentado
los regímenes nutricionales que ocasionan que el problema resurja por un
periodo indeterminable de tiempo que se extiende bastante hacia el futuro.
(En el caso del escorbuto, esto se hace quitándole importancia a la misma
existencia de la hipoascorbemia,
de la cual el escorbuto es sólo la fase más severa o avanzada -- incluyendo intentos
de minimizar cualitativamente los requerimientos nutricionales humanos de alimentos
que contengan ascorbáticos. En el caso del cáncer, se hace desalentando el uso, consumo,
el involucramiento de la educación, y a veces incluso el cultivo de hierbas cancerolíticas
como el trébol rojo, filotaca, lapacho morado, violeta (Violeta odorata), chaparral,
sanguinaria canadiense, uña de gato, muérdago, arbusto de goma, alzium, adelfa, aloe vera,
semillas de fruta con contenido de nitrilosida, etc. como si no tuvieran importancia en
la alimentación.)
[ 2 ]
- Las CURAS para ambos son/fueron de caracter dietético.
Y sin embargo en ambos casos el Sistema Médico respectivo toma/tomó una posición de que
la dieta no tiene nada (y luego, "muy poco") que ver con la enfermedad.
- Las CURAS para ambos son/fueron de bajo costo.
- Las CURAS para ambos son/fueron ampliamente aceptadas por personas de FUERA
de la comunidad médica ortodoxa.
Le parecerá nada menos exasperante, en un momento, cuando revisemos nuestra "Historia
Popular del Escorbuto", como fue en nuestra revisión del ocultamiento de la cura para el
cáncer.
-
Las CURAS para ambos son/fueron ocultadas en su respectivas épocas en gran parte porque
su implementación COSTARÍA A LA GENTE EN EL PODER UN MONTÓN DE DINERO!
. . . o causaría una fuga de ganancias relacionada con la extinción del florecimiento
de la enfermedad.
- La CURA
fue públicamente reconocida y revelada (en el caso del cáncer, conjugamos en tiempo
futuro) cuando aquellos en el Poder ordeñaron la vaca hasta secarla y no hubo más que ganar
al permitir que las técnicas y los métodos curativos se vuelvan de conocimiento público.
- Origen fundamental: maladaptación.
Ambas enfermedades son causadas, si no acaso exacerbadas, por condiciones de
mala adaptación que son completamente hechas por el hombre y no naturales. Dichas
maladaptaciones están casi siempre relacionadas con un propósito de producir ganancias para
una pequeña minoría de élite.
- Ambos tienen un "zeitgeist" (espíritu del tiempo) maladaptativo:
Con esto, quiero decir que cada enfermedad, aunque exista potencialmente
en cualquier punto de la historia de la humanidad, encuentra su mayor número de
víctimas durante aquellos períodos donde las maladaptaciones etiológicas fundamentales
se manifiestan más ampliamente en asuntos humanos.
- La PREVENCIÓN en ambos casos es/era simple
y también ocultada -- y en ambos casos más fácil de prevenir que curar.
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El autor admite abiertamente que hay espacios donde se rompe la analogía. De manera
más notable, el cáncer es una de las principales causas de muerte en nuestros tiempos.
Desde inicios del siglo diecinueve, el cáncer ha cobrado la vida de decenas de millones
de personas. El escorbuto, en contraste, fue responsable de la muerte de sólo un poco más
de 2 millones de hombres durante su apogeo. Jamás fue un serio contrincante de las enfermedades
más letales de aquella época, tales como la peste bubónica, viruela, o malaria.
[
3 ]

Adicionalmente, mientras que el escorbuto es la manifestación más extrema
de la carencia simple de un nutriente, el cáncer es considerablemente más
complejo -- por definición. Muchos distintos crecimientos celulares malignos debieron
ser agrupados juntos -- unas 200 enfermedades separadas, diferentes -- en una enfermedad
única que llamamos "cáncer". (Esto fue un importante desarrollo económico. De hecho,
las autoridades médicas deberían estar orgullosas de que NUNCA habrá una cura de "talla
única" para el cáncer. ¿Porqué? Porque a diferencia del escorbuto, la palabra "cáncer"
no define una única enfermedad. Define muchas -- algunas de las cuales, como el carcinoma
basal celular y la leucemia, están sólo tangencialmente relacionadas. Pero regresaremos
a este punto más tarde.)
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A pesar de estas diferencias, las similaridades y los métodos de ocultamiento son suficiente
y sorpresivamente similares como para, en relación con el presente estudio, merecer nuestra
atención. Adicionalmente, el ocultamiento del beneficio que la Vitamina C juega en la
prevención del cáncer añade una relación causal adicional e importante a nuestra
comparación.
[
3B ]
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El período de tiempo dentro del cual se piensa que el Occidente tuvo un problema
epidemiológico con el escorbuto, es aproximadamente desde el siglo dieciséis hasta el
dieciocho, pero muchas de las partes importantes de la historia se encuentran fuera
de estos límites cronológicos.
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Vogel comienza su obra rescribiendo a Jacques Cartier y el amargo invierno de
1535-1536.
[
4 ]
Sus tres barcos estaban congeladas en el Río St. Lawrence, cerca de lo que ahora
es Montreal, y con cuatro pies de hielo bajo ellos y la extinción de alimentos frescos
en las reservas del barco. El escorbuto se afianzó tan severamente que para mediados
de marzo, 25 hombres habían muerto, y entre los sobrevivientes, sólo "tres o cuatro" hombres
no estaban tan enfermos como para ser considerados sin esperanza. Sin embargo, con ayuda
del Jefe Indio local, Domagaia (quien una vez se curó a sí mismo del escorbuto -- adéndum
cuestionable, puesto que casi no se oía del escorbuto entre los Indios), "el jugo y la savia
de cierto Árbol", salvaron a los sobrevivientes.
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Las ramas de este "árbol mágico" fueron primero recogidas y de ahí "hirviendo corteza y
hojas para un brebaje, y poniendo los desechos sobre las piernas".
Todos aquellos que fueron tratados "rápidamente recobraron su salud y los Franceses
se maravillaron con las habilidades curativas de los nativos". Ahora sabemos que la
CURA utilizado no era nada más que abeto o pino blanco.
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Lejos de ser una historia obscura, es el propio James Lind,
a quien se acredita en Occidente el "descubrimiento" de la base nutricional
para curar el escorbuto (la cual revisaremos en un momento), quien comenzó sus
experimentos comprobando aquello, pero sólo DESPUÉS de haber leído los relatos
de Cartier. [
5 ]
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Lo más asombroso que usted descubre al estudiar la antropología cultural que rodea
a este fenómeno es que
casi no hay pueblos indígenas en la Tierra fuera de la "Europa Civilizada" que no supieran
cómo curar el escorbuto -- si acaso lo tuvieron alguna vez.
El asunto es así de sencillo.
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Hoy conocemos la relación entre la Vitamina C y una cantidad de frutas y vegetales
frescos, de manera que se podría pensar que si alguien en la tierra podría ser susceptible
de contraer escorbuto, sería en las latitudes más al norte.
Después de todo, de seguro la gente que no tiene acceso regular a ninguna fruta o vegetal
fresco sería afectada con esta enfermedad.
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Weston Price descubrió que éste no es el caso. Durante sus travesías por el norte
Canadiense en los años 20, por casualidad le preguntó a un anciano Indio, a través
de un intérprete, "porqué los Indios no contraían escorbuto".
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El Indio rápidamente contestó, "Esa es una enfermedad de hombres blancos".
Le dijo a Price que los Indios saben cómo prevenir el escorbuto, pero los hombres
blancos no. ¿El secreto? Luego de matar a un alce por deporte, los Indios buscaban las "dos
pelotitas de grasa" en la espalda del alce, justo encima de los riñones (las glándulas
adrenales), las cortaban en pequeños pedazos y se los daban a sus familiares. Conocemos que
las glándulas adrenales -- incluso de los alces -- contienen Vitamina C.
[
6 ]
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¿Cuánta "gente civilizada" sabe esto?
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El aspecto más vergonzoso y engañoso de la versión escolar de la historia del escorbuto,
en mi opinión, es el ocultamiento de hechos críticos mucho mayores que esto.
¿Cuánto cambia la historia cuando se revela que incluso entre muchos Europeos, la cura
para el escorbuto era bien conocida desde un principio, pero simplemente no "reconocida
oficialmente", (igual que en el caso de curas efectivas para el cáncer hoy en día)?
¿Cuánto cambia la historia cuando se revela que incluso los oficiales médicos en esos tiempos
conocían la cura, pero se la ocultó porque para implementar tal prevención, en una era donde
los cítricos y otras frutas frescas eran estacionales y no existía la refrigeración, se
consideraba una inconveniencia intolerable?
¿Cuánto cambia la historia cuando se revela que el llamado oficial por "encontrar una cura
para el escorbuto" fue dicho por la Élite solamente
DESPUÉS
de que embarcaciones de guerra extremadamente costosas debieron ser abandonadas en el mar
porque el número de víctimas no dejaba suficientes marineros para navegar los barcos -- y por lo
tanto, convirtiendo a la investigación en un asunto de dinero y no de vidas humanas?
[
7 ]
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El escorbuto, como el cáncer, es en gran medida una enfermedad artificial.
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Hay tal abundancia de ascorbato a lo largo y ancho del reino vegetal, que uno
tiene que crear una condición altamente artificial para inducir el escorbuto
en primer lugar.
No hay duda de que el proceso evolutivo descartó la capacidad de manufacturar
ascorbato en el hombre: ¿porqué sostener un proceso metabólico que es redundante
en todo el reino vegetal y abiertamente accesible a través de la dieta natural
de uno?
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Tal condición artificial es escasa en el mundo, pero
sí
existió con la aparición de barcos más grandes en el siglo quince, capaces de
transportar al hombre a grandes distancias en largos viajes que duraban meses.
Este avance en la vida marina creó una condición antinatural, una "maladaptación",
para la que el hombre no había sido creado. La enfermedad, recuerde, es creada
cuando se imponen exigencias al cuerpo humano para las cuales no está naturalmente
diseñado a adaptarse, o para las cuales el intento de adaptarse conlleva un mal estado.
Aplicado al escorbuto, podemos recapitular este principio como un corolario:
a saber, que mientras más alimentos se quitan de la naturaleza, mayor la posibilidad
de crear enfermedad.
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La desafortunada historia de Jacques Cartier y su tripulación escorbútica
puede haber sido una de las más tempranas de la era moderna, pero la enfermedad
era tan escasa y desconocida al punto de que no fue definida ni popularizada
hasta mucho después. La enfermedad no era bien conocida o ampliamente experimentada
porque, de nuevo, la maladaptación que la creó -- a saber, tener hombres viviendo y
trabajando en los barcos durante meses sin consumir alimentos vegetales frescos llenos
de ascorbato, los cuales forman parte de la dieta natural del hombre -- era una rareza
en la experiencia de la humanidad.
No fue hasta 1589 que la obra de Richard Hawluyt
Principall Navigations (Artes Náuticas Principales)
fue publicada, donde hace mención de dos hombres que murieron de "skurvie",
una de las primerísimas apariciones de la palabra en una publicación en Inglés.
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En conjunto con las crecientes exigencias para los marinos de subsistir en hábitats
antinaturales durante meses, estaba una completa carencia de cuidado de su bienestar
general. Esto se hace evidente al examinar las dietas que les imponían, las cuales
preparan el terreno para condiciones escorbúticas.
Hay que tener el cuidado de no comer ni beber mientras se lee la asqueante narración
de Bown sobre la dieta naval estándar, la cual cambió sólo levemente con los siglos "y sólo
levemente entre las diferentes naciones Europeas".
Las vituallas estaban limitadas a lo que podía preservarse o almacenarse durante
muchos meses sin dañarse . . . pero el factor más influyente en el proceso de
abastecimiento era, por supuesto, el dinero. Los Oficiales de línea tenían mucha
menos probabilidad de contraer escorbuto que los mal pagados de bajo rango, porque podían
permitirse llevar sus propias provisiones: fruta deshidratada como manzanas, peras, bayas
y demás, mientras que la tripulación estaba sujeta a una dieta antinatural que incluso
para los estándares dietéticos ortodoxos, carecía de la mayoría de nutrientes, aunque
abundante en calorías.
Bown describe el menú semanal típico para el marinero común:
Galletas |
1 lb. diaria |
Carne ahumada |
2 lb. 2 veces por semana |
Tocino ahumado |
1 lb. 2 veces por semana |
Pescado salado |
2 oz. 3 veces por semana |
Mantequilla |
2 oz. 3 veces por semana |
Queso |
4 oz. 3 veces por semana |
Arvejas |
8 oz. 4 días por semana |
Cerveza |
1 galón diario |
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Puede que esto no suene tan desapetecible hasta darse cuenta de la condición
en la que se lo servía. Las observaciones hechas por James Patten, un cirujano
a bordo del segundo viaje del Captain Cook, eran representantes de su época:
"Nuestro pan era . . . tan mohoso como rancio, y al mismo tiempo infestado de dos tipos
distintos de pequeñas larvas cafés, el
Curculio granarius (o gorgojo) y el
Dermestes paniceus . . .
Sus larvas, o gusanos, se encontraban en tales cantidades en la sopa de arvejas,
como si hubieran sido esparcidas sobre nuestros platos a propósito, de modo que no
podíamos evitar tragar algunas de ellas en cada cucharada que tomábamos".
[
8 ]
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Tal era la poca consideración de los Almirantes de los varios navíos nacionales con la
dieta de sus marineros. Y, sin embargo, no era porque no podían ofrecerles algo mejor.
Muy por el contrario, las autoridades de la época se tomaron todas las molestias para
asegurarse de que los marineros
NO tengan lo que necesitaban.
Recién en 1736, William Cockburn, un notable médico y cirujano naval, escribió en su
influyente
Sea Diseases (Enfermedades del Mar)
que el escorbuto no tenía nada que ver con la dieta, sino que era resultado
de la ociosidad. Añadiendo esfuerzo físico [p.e. trabajar más duro para
el Almirante] "la digestión y la nutrición se desempeñaban mejor" y el escorbuto
sería abatido. Otra voz influyente, John White, opinaba que la fruta fresca causaba
enteritis y que "cuando los barcos llegaban a países abundantes en naranjas, limones,
piñas, etc., uno tiene que asegurarse de que la tripulación coma muy poco de ellos ya que
son la causa más común de fiebres y obstrucción de los órganos vitales".
[
9 ]
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Y sin embargo el archivo histórico está abarrotado de reportes donde estaba claro que
los sabios marinos por toda Europa, sin estar atados a las embarcaciones nacionales
pendientes del dinero, entendían completamente la importancia de una dieta apropiada
en sus actividades de vida marítima. Tanto los Escandinavos como los Chinos conocían
el valor de incluir arándanos frescos, algas marinas, o jengibre entre sus vituallas,
común antes de la construcción de navíos más grandes y de viajes mucho más largos.
[
10 ]
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A inicios de los años 1600, el legendario Capitán del Elizabethan England, Sir James
Lancaster, era bien conocido por llevar jugo de limón en las provisiones de su barco,
Red Dragon,
con el propósito específico de evitar el escorbuto entre su tripulación. Cuando el
escorbuto comenzaba a aflorar, Lancaster llevaba sus barcos a puerto "para refrescar
a nuestros hombres con naranjas y limones, para eliminar de nosotros esa enfermedad".
Incluso compraba miles de limones, luego ponía a sus hombres a trabajar exprimiéndolos
con el fin de hacer "agua de limón" para el viaje que proseguía.

Lejos de ser consideradas como recomendaciones de un marino chiflado, los métodos
de Lancaster fueron estandarizados en sus tiempos. En 1617,
The Surgeon's Mate (El Amigo del Cirujano),
escrito por John Woodall, el cirujano general del East India Company, escribió que
el jugo de limón era usado a menudo como un preventivo diario en los barcos de la
compañía. "Se envía una buena cantidad de jugo de limón en cada barco que sale de
Inglaterra gracias al cuidado de los mercaderes, con el único fin de aliviar las
necesidades de cada pobre hombre, lo cual es una comodidad admirable para los pobres
hombres con esta enfermedad".
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Asimismo, la Dutch East India Company no sólo hizo uso frecuente de jugo de limón
en sus viajes, sino que llegaron al punto de mantener plantaciones de cítricos en
paradas clave a lo largo de sus rutas, incluyendo la Isla Mauricio, Santa Helena, y el
Cabo de Buena Esperanza, donde en 1661, reportaron tener 1000 árboles de frutas cítricas.
Estas eran compañías influyentes, experimentadas en comercio internacional y en el
mantenimiento de flotas viables.
De tal manera, no hay duda de que
a inicios de los años 1600 -- mucho antes de ninguna mención de una "cura oficial"
de parte de la medicina ortodoxa, e incluso mucho antes de la aparición del escorbuto
como una pesadilla epidemiológica entre los navíos nacionales del mundo, el jugo de
limón era "bien visto como la solución universal al problema del escorbuto".
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Francois Pyrard, quien navegó dos barcos Franceses hacia las Islas Molucas en 1602,
registró el ataque de escorbuto en su propio barco y remarcó que "no hay cura mejor o más
certera que limones y naranjas y su jugo: y luego de usarlo una vez con éxito todos
se aprovisionan con ellos para utilizarlos cuando los necesiten". Asimismo, el jugo de
limón era considerado una cura para el escorbuto por los primeros colonizadores de los
Estados Unidos. El Baron De La Warr, un gobernador en Plymouth a inicios de los 1600 quien
cayó enfermo con escorbuto en un viaje al Caribe, destacó, "Encontré ayuda para mi salud
por medio de una dieta fresca, y especialmente de naranjas y limones . . . una cura
indudable para (el escorbuto)".
En la vecina Canadá, la Hudson Bay Company desde sus inicios en los 1600, enviaba pequeñas
cantidades de jugo de limón para prevenir el escorbuto.
[
11 ]
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La historia sobre cómo los proveedores y abastecedores de productos cítricos vinieron
a ser efectivamente etiquetados como "curanderos", al igual que una multitud
de proveedores herbales de tratamientos efectivos lo son hoy en día, es una historia
común. Durante el curso de los siguientes cien años, lento pero seguro, el uso de
productos cítricos se reemplazó por remedios más caros con ganancias mucho mejores para
sus proveedores y la creación de un sistema médico ortodoxo para proveer una base
teórica para su uso.
Que estos recientes "remedios" no funcionaban estaba fuera de contexto. Nadie podía
explicar cómo funcionaba el "agua de limón". Pero el personal médico estaba entrenado
para explicar cómo funcionaba el "aceite de vitriolo" (alcohol y ácido sulfúrico).
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Eso lo hizo legítimo.
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Una nueva teoría, con sanciones oficiales, fue todo lo que se necesitó para crear
una nueva acometida de escorbuto como enfermedad de alta mar alcanzando proporciones
epidémicas. Los productos que reemplazaron al jugo de limón como cura para el
escorbuto resultaron tan estrafalarios, bobos, e infundados como los productos oficiales
usados hoy para tratar el cáncer (p.e. la quimioterapia, radiación y cirugía radical).
Ciento cincuenta años más tarde, el Almirantazgo Británico ordenó un tratamiento
antiescorbútico estándar: una ración diaria de dos onzas de vinagre, aceite de vitriolo,
y una potente medicina patentada llamada "Ward's Drop and Pill" (Gota y Pastilla del Cuartel)
(un "purgante y diurético fieramente fuerte"). Dichos remedios se tomaban porque las
autoridades a cargo lo ordenaron -- no porque hayan ganado alguna reputación de eficacia
entre aquellos que eran los receptores potenciales.
"Di una cantidad de (estos remedios) al cirujano, porque varios de los enfermos
estaban dispuestos a tomarlos; algunos lo hicieron; aunque
no sé de ninguno que creyera que eran de utilidad alguna para ellos
," escribió Lord Anson.
[
12 ]
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Al leer los registros históricos de este período, es evidente que con la infusión de la
medicina profesional viene el abandono, no la aceptación, de la "cura obvia". Como
señala Carpenter, "(la profesión médica) hizo el asunto tan complicado que difícilmente
podría escogerse un tratamiento seguro y efectivo sin un diagnóstico sofisticado. Esto era
ciertamente beneficioso para la profesión médica -- si no para el paciente. Como un
estudioso Francés moderno ha escrito: 'Cuando las consideraciones teóricas prevalecieron sobre
el empirismo, el tratamiento se volvió más y más complejo y menos efectivo.' "
[
13 ]

Mucho antes de que marinos como Sir James Lancaster mantuvieran viva a su tripulación
comprometiéndose con la obvia cura del escorbuto, la medicina ortodoxa estaba ocupada
trabajando, intentado encontrar la manera de lucrar de aquello.
Pero ahí se encuentra el reto. ¿Cómo podía una clase profesional de médicos y sus
aliados apotecarios (p.e. boticarios) lucrar de una enfermedad si aquellos fuera
de su clase podían identificar fácilmente esta enfermedad y curarse ellos mismos?
No podía.
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Lo que se requería en este punto era un estado de dependencia de la profesión
médica. ¿Pero cómo podía la medicina ortodoxa insertarse de manera lucrativa en
el reciente fenómeno del escorbuto sin desacreditar la cura que ya estaba establecida?
No podía.

Siempre había la opción de no entrometerse y dejar que los marinos continúen
identificando y curando -- nuevamente, no tratando,
curando --
sus propias enfermedades. Pero entonces ¿cómo podía la medicina profesional sostener
su propia autoridad en los asuntos de la sociedad si una de las más veloces crisis
médicas emergentes estaba siendo erradicada sin ellos -- sin requerir doctor, apotecario,
autoridad médica?
No podía.
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Could the
status quo possibly continue without severely
impacting the very legitimacy of established medicine?
¿Podía continuar el status quo sin impactar severamente la legitimidad
misma de la medicina establecida?
No podía.
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De tal modo que se preparó el terreno -- no para dar crédito a la cura para el
escorbuto (aún con lo obvio que era, incluso en la ausencia del descubrimiento de
la Vitamina C), sino más bien su erradicación.
Fue una campaña tan exitosa -- ejecutada voluntaria e involuntariamente -- que no sería
hasta bien entrado el siglo 20 que estos esfuerzos disminuirían: para ese entonces el
cáncer había ocupado el centro de atención como la "enfermedad del día", y la medicina
ortodoxa desarrolló la audacia de acreditarse la cura del escorbuto -- una cura que
se había pasado tres siglos tratando de ocultar, y que a un grado considerable y
paradójico, aún oculta el día de hoy en su estado menos extremo: la hipoascorbemia.
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Dado que la trágica experiencia de la humanidad con el escorbuto ocurrió durante una
época en que la medicina moderna, tal como hoy la conocemos, estaba recién sugiendo --
ciertamente, una epidemia en su nacimiento, su estudio ofrece la oportunidad de
esclarecer cómo la cultura crea modelos que se atrincheran con el tiempo. Estos
modelos contienen las semillas de la desaparición de una civilización, pero no sin antes
exhibir terribles anomalías -- como la endémica e incontrolable condición del sistema
médico ortodoxo de hoy.
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Para que exista una infraestructura médica institucionalizada bajo el sistema
cultural operante que ahora define la civilización Occidental, tendría que haber
algunos componentes no-descartables -- todos los cuales están interrelacionados.
Se necesita una estructura jerárquica, una base ideológica, un monopolio de poder,
y los recursos para mantener estas funciones.
No obstante todos aquellos están subordinados a -- y desembocan en -- el elemento
más crítico de todos: la necesidad de "establecer y constantemente reforzar su legitimidad".
En este sentido, la anatomía de la medicina institucionalizada no difiere de la de cualquier
estado gubernamental.
[
14 ]
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La jerarquía y la complejidad, como ha escrito Joseph Tainter, "son escasas en la historia
de la humanidad, y donde el presente requiera constante refuerzo. Ningún líder de la
sociedad jamás está lejos de la necesidad de confirmar su posición y política, y ninguna
sociedad jerárquica puede organizarse sin la explícita provisión de esta necesidad".

La jerarquía y la complejidad social gravitan naturalmente hacia la creación de un centro,
no necesariamente uno geográfico, sino desde luego una "fuente simbólica para el marco de
la sociedad. No es sólo la ubicación de las instituciones legales y gubernamentales, sino
la fuente del orden, y el símbolo de la autoridad moral y la continuidad social. El centro
forma parte de la naturaleza de lo sagrado. En este sentido, toda sociedad compleja tiene
una religión oficial". Tainter prosigue diciendo que esta "autoridad moral y aura sagrada
del centro" es crítica no sólo para el sostén de una sociedad compleja, sino para su
florecimiento.
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Esto demanda no simplemente la manipulación de símbolos ideológicos, sino que requiere
recursos sustanciales. En lo respectivo a la medicina, ¿cómo se crean estos recursos?
Si es el caso, como claramente lo postulo, que las curas para la mayoría de enfermedades
son simples remedios naturales que no se prestan a la propiedad privada (vía patente,
derechos de posesión, etc.) o márgenes de ganancia más altos, entonces ¿qué condición
principal debería haber para que surja una comunidad médica organizada y viable?
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La respuesta es obvia: requiere artificialidad. Requiere sistemas de pensamiento,
delimitación de la religión -- que den valor artificial a la artificialidad. Y si se puede
pensar en la enfermedad como una maladaptación sin resolver, significa crear enfoques complejos,
artificiales, maladaptativos, para tratar la maladaptación.
Entender este principio aplicado a la medicina organizada significa entender
porqué no es posible que la medicina ortodoxa jamás se haya involucrado en nada más -- o en algo
más -- que en un extenso sindicato del crímen, parasitario sobre los que dice servir, mientras
se entrega al ocultamiento de curas legítimas.
El simple, irrebatible hecho en este tema es que los productos y servicios con "valor agregado",
en medicina como en cualquier otro campo de trabajo, significa tomar lo que la Naturaleza
ha ofrecido (muy a menudo gratuitamente) y crear a partir de ello algo que es escaso. Esto
ni siquiera es medicina: es una "presunción" tautológica en microeconomía. Tomar lo que la
naturaleza ha provisto libremente y hacer algo inusual, escaso y talvez incluso difícil
de replicar y esperar que este artefacto, extrínseco a la naturaleza, mejore lo que es
intrínseco a la Naturaleza, es absurdo.
La medicina organizada es ella misma una enfermedad -- egoísta y maligna.
Penetra en el campo de la naturaleza, donde por cuenta propia se curan heridas,
se coagula la sangre, microbios patógenos son superados por la inmunidad natural,
e intenta cooptar a la Madre Naturaleza y afirmar que usando métodos enteramente
Antinaturales puede superar los sistemas naturales que están inamoviblemente
circunscritos a Su Dominio. La medicina moderna propone lo imposible:
que a través de la maladaptación, puede dar salud -- cuando la salud nunca existe
fuera de los propios límites de adaptación de un organismo. En este sentido,
la Medicina Moderna funciona de maneras que imitan el proceso en sí de la enfermedad.
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Aplicado fuera del reino de la "agresión directa contra los individuos", Ivan Illic lo llama
"iatrogénesis social", donde "la burocracia médica crea la mala salud incrementando el estrés,
multiplicando una dependencia discapacitante, generando nuevas y dolorosas necesidades,
bajando los niveles de tolerancia al malestar o al aguante de un individuo que sufre,
y aboliendo incluso el derecho al cuidado de uno mismo".
[
15 ]
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Vemos esto una y otra vez al analizar la "cura para el escorbuto" y la versión revisionista
que ahora se toma por historia. No puedo pensar en un mejor ejemplo que James Lind y su
"Experimento Salisbury" de 1847. Éste fue "uno de los primeros ensayos controlados en la
historia de la medicina, o en cualquier rama de la ciencia clínica".
[
16 ]
Merece nuestra atención no sólo porque probó concluyentemente que las naranjas y limones
contenían
algo -- qué importa en este punto lo que es -- que curaba el escorbuto,
pero para cualquier ser humano pensante, la manera en que fue ocultada es casi demasiado
dolorosa de leer. Tomaría otros 48 años (1795) -- sólo luego de la pérdida de incalculables
miles de marineros, un número indeterminable de navíos de guerra, la pérdida de las Colonias
Americanas, y también casi la pérdida de la propia supervivencia de Inglaterra -- para que los
caballeros del Almirantazgo Británico admitieran una derrota más humillante y hagan del jugo
de cítricos una cuestión estándar en su línea de barcos. Sólo cuando la vida de la propia
nación estuvo en riesgo, aquellos en la autoridad admitieron lo descabellado de sus remedios
sin demostrar y permitieron a los marinos el acceso abierto a una cura que se había conocido
por cientos de años. (Para aquellos que concluirían por mi comentario que la indiferencia para
con la salud de su tripulación fue o es exclusiva de la autoridad Británica, les presentaría
su contraparte Estadounidense: luego de que 30 mil soldados cayeron enfermos con escorbuto durante
la Guerra Civil Estadounidense, la Armada de los EUA finalmente adoptó las raciones
anti-escorbúticas en 1895 -- otros 100 años después de haber sido adoptada por los Británicos).
[
16b ]
"
No obstante tiene que quedar claro para cualquier mente reflexiva, que el cuidado del
enfermo y herido es un asunto igualmente de política, humanidad y economía. Independientemente
de que los hombres sean seres sensibles y criaturas semejantes,
también pueden ser considerados como instrumentos mecánicos indispensables."
Adm. Gilbert Blane
17
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Para cualquier estándar razonable, el experimento de James Lind a bordo del
HMS Salisbury,
que comenzó en mayo de 1747 -- hoy aclamado como un logro científico remarcable -- fue un
ejercicio de sentido común. En esta época, Lind no poseía un grado en medicina -- algo que,
en retrospectiva, probablemente le dió una decisiva ventaja. Él era un "cirujano de barco",
una posición que, en aquel tiempo, conllevaba un nivel de respeto (y paga) apenas por encima del
marinero común y muy por debajo de los oficiales. Lo que Lind sí tuvo a borde del Salisbury,
un barco de medio pelo de la compañía, era la confianza y el permiso de su capitán para proceder
con su "experimento". Bown describe la simplicidad del enfoque de Lind: escogió doce marineros,
todos con niveles similares de síntomas escorbúticos avanzados. Entonces . . .
". . . colgó sus hamacas en un
compartimento separado en la proa -- tan húmedo, oscuro y repugnante como se pueda imaginar --
y les proveyó 'una dieta común para todos'. El desayuno consistía en papilla de avena endulzada
con azúcar. El almuerzo (o cena) era ya sea "caldo fresco de cordero" u ocasionalmente 'pudines,
galletas hervidas con azúcar'. Y para la merienda hacía que el cocinero prepare cebada y uvas
pasas, arroz y arándanos, sagú y vino. Lind también controlaba las cantidades consumidas de
comida. Durante el período de catorce días, separó a los marineros escorbúticos en seis pares
y suplementó la dieta de cada par con varias medicinas y alimentos antiescorbúticos.
El primer par fue prescrito con un litro de 'cidra' (ligeramente alcohólica) por día. Al
segundo par se le administró veinticinco gotas de elixir de vitriolo tres veces por día con
el estómago vacío y también 'el uso de unas gárgaras fuertemente aciduladas para sus bocas'.
Un tercer par tomó dos cucharadas de vinagre tres veces al día, también con el estómago vacío,
igualmente haciendo gárgaras con él y con su comida deliberadamente remojada con él. Al cuarto
par, que eran los dos pacientes que sufrían más severamente, 'con los tendones rígidos como
un jamón', se les dio el tratamiento al parecer más extraño: agua de mar, de la cual ellos
bebían 'media pinta al día, y algunas veces más o menos según funcionara, a título de
remedio general'. El cuarto grupo de marineros era alimentado cada cual con dos naranjas y un
limón diario por seis días, después el escaso abasto del barco se agotó. El sexto par fue
prescrito con 'electuario' (pasta medicinal), 'del tamaño de una nuez moscada', tres veces al
día. La pasta consistía en ajo, semilla de mostaza, rábano seco, bálsamo del Perú, y resina
de mirra. Se lo hacía pasar con agua de cebada 'bien acidulada con tamarindos' y en algunas
ocasiones se les dio a comer cremor tártaro, un suave laxante, 'con lo cual fueron delicadamente
purgados tres o cuatro veces durante el proceso'. Lind también reservó varios marinos
escorbúticos en un cuarto diferente y no les dio nada adicional a la dieta naval estándar aparte
del ocasional 'electuario lenitivo' (analgésico) y cremor tártaro."
[ 18 ]

Los resultados probablemente no sorprenderían a muchos pueblos indígenas, pero sorprendieron
a Lind. Los del afortunado que fue alimentado con cítricos prácticamente ser recuperaron luego
de apenas una semana. Ninguno de los sujetos de los otros ensayos se recuperaron de manera
similar. De hecho, los que comieron cítricos terminaron ayudando a cuidar a las otras
desafortunadas víctimas de escorbuto que no había recibido el mismo tratamiento. La conclusión
de Lind clara y concisa, "los efectos más inmediatos y visibles se percibieron con el uso de las
naranjas y limones . . . Las naranjas y limones fueron los remedios más efectivos para este
desorden en la mar".
[
19 ]
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El año siguiente (1748) Lind se retiró de la Royal Navy, al tiempo que disminuyeron las
hostilidades entre Inglaterra y España. Completó su grado en medicina en la Universidad
de Edinburgo y en 1750 fue elegido como socio de la Real Academia de Médicos en Edinburgo.
Se casó y estableció un consultorio privado.
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Parecería, sin embargo, que Lind era un bicho raro en el campo naciente de la medicina moderna
tal como la conocemos ahora. Un inconformista no contento con el pensamiento convencional
sobre el escorbuto que estaba en contra de sus propios descubrimientos, ocupó los siguientes tres
años de manera tan comprehensiva y bibliográfica que tomó en cuenta cada descripción conocida
del escorbuto, desde los registros más antiguos hasta los más modernos. Se recopilaron
y tradujeron cartas y documentos de toda Europa.
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En 1753, seis años después del experimento Salisbury, apareció el tratado de Lind en Edinburgo:
Treatise
on the Scurvy, Containing an Inquiry into the Nature,
Causes, and Cure, of That Disease Together with
a Critical and Chronological View of What Has
Been Published on the Subject (Tratado del Escorbuto, Conteniendo una Investigación en la
Naturaleza, Causas, y Cura de Esa Enfermedad Junto con un Vistazo Crítico y Cronológico
de Lo Que Ha sido Publicado sobre el Tema).

Este libro es aclamado por numerosas autoridades y procedencias como un hito en la historia
de la medicina. Tuvo, por supuesto, la oposición de un sistema inerte de patronazgo que era
igual de grotesco como el que infesta los sistemas militares de la mayoría de naciones
Occidentales modernas hoy en día.
[
20 ]
Pero lo más revelador es cómo los historiadores modernos consideran el asunto. El mismo
Harvie comienza su tratado sobre Lind destacando que el escorbuto mató a "miles de hombres,
principalmente marineros, cada año durante al menos cuatro siglos antes de que fuera encontrada una
cura". ¿Encontrada por quién? ¿Para quién?
[
21 ]
No para los Esquimales. Ellos tenían una cura. Ninguno de los pueblos nativos de Norte
América. Tenían sus propias curas. No los Polinesios, o los Malasios, o los Maoríes, o los
Quechuas -- ¡demonios, traten de nombrar un pueblo indígena que no haya sido contaminado por
el enfermo ambiente cultural que dio a luz al aborto moderno que llamamos Medicina Moderna que
NO tenía una cura!
[
22 ]

Todo el pensamiento centrado en Occidente en el cual está enmarcado "el descubrimiento de la
cura para el escorbuto" me recuerda nuestra relación con Cristóbal Colón. A él, también, se le
acredita el descubrimiento de algo :
AMÉRICA -- pero de nuevo, ¿por quién y para quién?
(¿Cómo se puede
"descubrir" un lugar donde más de 55 millones de personas ya están
viviendo? Un hemisferio que, como atestiguó Las Casas, estaba repleto de gente . . . como una
colmena".)
[
23 ]
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La contribución de Lind no amerita el uso de la palabra "descubrimiento". ¿Cómo se puede
descubrir algo de lo cual ya saben, usan y se benefician pueblos por todo el mundo y que
no están conectados a la espiral intelectual de la medicina moderna? En lugar de percatarse
de lo obvio: que Lind simplemente utilizó métodos Cartesianos de observación para confirmar
lo que los pueblos de culturas de todo el mundo ya sabían, y que él es al contrario, dentro
de los confines de la historia de la medicina moderna, elevado a una posición en su propio
y privado Monte Olimpo. Se lo exalta por su "ensayo clínico controlado verdaderamente pionero",
al tiempo que un notorio elogio asevera que "el descubrimiento de la causa y prevención del
escorbuto es uno de los grandes capítulos en toda la historia de la humanidad . . . en gran
parte obra de James Lind".
[
24 ]
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Qué solemne porquería.
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En la impetuosa atribución a Lind del inicial "descubrimiento de la cura para el escorbuto",
se pierde la implicación del buen doctor en el ocultamiento. No contento con no entrometerse,
-- porque ¿qué contribución hay a la ciencia médica al recomendar el consumo de limones? --
Lind decidió hacer su propia contribución a la medicina. La cura de la Naturaleza no era
suficientemente buena. ¿Qué respetabilidad podría haber en ello? Así que se le ocurrió la idea
de producir un "rob" -- un concentrado de cítricos, que se hacía hirviendo dichas frutas
cítricas. El astuto observador hoy se dará cuenta de inmediato del error: la Vitamina C,
sujeta a inestabilidad por calor, se destruíría en cualquier proceso similar.
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Cosa segura que James Lind, el hombre a quien se acredita haber hecho el primer estudio
controlado en medicina, haría pruebas con su concentrado para asegurarse de que funcionaba
igual de bien que las naranjas y limones. Así que fue exactamente lo que hizo, ¿verdad?
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Claro que no.

Con el paso del tiempo, Lind comenzó a hacer recomendaciones sin probar, sin ensayar,
estúpidamente ineficaces que no eran mejores que las otras recomendaciones lucrativas de sus
colegas. En 1779, su trabajo final sugiere que el cremor tártaro es un sustituto adecuado --
y así se lo inserta confiadamente entre otras estupendas recomendaciones de Lind para mitigar
el escorbuto: incluyendo la fumigación de los barcos con alquitrán ardiente. Diluyendo sus
descubrimientos iniciales con una plétora de ineficaces disparates, se ha mencionado que Lind
"complicó, si acaso no retrasó, el manejo exitoso del escorbuto en la navegación Británica
y de Europa Occidental".
[
25 ]
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Sin embargo, Lind nunca sufrió las consecuencias de apalancar la publicidad de su positivo
descubrimiento inicial para el escorbuto en esta serie de recomendaciones inútiles y sin
pruebas. ¿Cómo podía resultar en oprobio oficial cuando aquellos a cargo respaldaban tratamientos
para el escorbuto con derechos de propiedad, igualmente sin pruebas y carentes de propiedad
curativa alguna? (Lo que se viene a la mente es la posición del Dr. John Pringle como Presidente
de la British Royal Society y su influencia en el Almirantazgo para promover, por muchos años
a finales de los 1700, el uso continuo de "mosto de malta", un tratamiento completamente
inútil). Más bien, Lind ocupó el resto de su vida profesional como administrador hospitalario
de alto rango, y creo que sería justo decir un miembro -- aunque no de la talla más alta allí
dentro -- de la aristocracia imperante.
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Como vimos antes, la medicina moderna necesita bases ideológicas para mantener su legitimidad,
y habiéndose convertido en un doctor hecho y derecho, y miembro del sistema, hubiera sido impensable
para Lind concluir su
Tratado sin introducir su propia teoría sobre su causa y cura. No
sólo que las teorías de Lind (demasiado extensas para reseñarlas enteras aquí) son tan alocadas como
sus contemporáneos, sino que activamente critica las ideas del único médico que, más que
ninguno en su época, comprendió la verdadera causa y cura del escorbuto.
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Johan Friedrich Bachstrom fue un médico
holandés de aquella época que identificó correctamente al escorbuto como una enfermedad de deficiencia
nutricional. Dividió a las plantas en tres amplias categorías, ordenando su potencia como
antiescorbúticos (de hecho, él acuñó el término). Aunque primitivo y necesitado de
alteración para el entendimiento de hoy, el desconocido Bachstrom, al diferencia del altamente
famoso Lind, anotó correctamente que "las hierbas más comunes y las frutas frescas superan a las
preparaciones farmacéuticas más pomposas", y que "este mal se debe únicamente a una total
abstinencia de alimentos vegetales frescos y hortalizas, lo cual es la verdadera causa
principal de la enfermedad".
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¿Qué? ¿Sin fórmula de marca registrada? Sin tratamiento especial -- o remedio aprobado oficialmente?
Mala respuesta.
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Por su atrevimiento, Bachstrom fue apresado y murió en Lituania en 1742, a la edad de cincuenta
y seis años.
[
26 ]
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En este punto la historia oficial -- dependiendo de la versión de quién usted escucha --
serpentea hacia el empírico éxito del Capitán James Cook para detener el escorbuto en la mar y
hacia el colosal éxito de Gilbert Blane
regresando a la moda los productos cítricos
como un preventivo y cura para el escorbuto.
[
27 ]
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Aquí termina la historia, si usted escucha la narrativa común. Los cítricos son aceptados
como la solución, para luego confirmar su contenido de la única cura aislada, la Vitamina C.
El escorbuto se acepta como enfermedad de deficiencia. Y ahora todos pueden vivir felices por
siempre, una vez más, GRACIAS a la medicina moderna.

Pero eso no es en absoluto lo que ocurrió. Durante los últimos 200 años, el escorbuto ha resucitado
repetidamente -- y en casi todos los casos, resurgió cuando la medicina moderna, con y sin la
asistencia de sus hermanos de la industria de procesamiento de alimentos, no pudo resistir la
tentación de inmiscuirse con un ángulo algo retorcido para hacer dinero de esta remanifestación.
La obra de Carpenter está llena de ejemplos nauseabundos -- de los cuales sólo se extraerá un
par aquí por propósitos de brevedad.
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Empezando por el verano de 1845,
el clima en Europa noroccidental hizo un malvado giro
resultando en la pérdida de cerca de la mitad de los sembríos de papa -- un importante artículo
de primera necesidad y una fuente vital de Vitamina C. En Julio del siguiente año, un giro
similar resultó en casi la total pérdida del cultivo en Irlanda y Bretaña. Este período en
la historia se conoce como La Gran Hambruna de la Papa (1845-1848).
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Los ascorbatos no serían descubiertos sino hast ochenta años después, y sin embargo a pesar de un
bien establecido
Treatise on Food and
Diet (Tratado de Alimentos y Nutrición) (Pereira, 1843),
mencionando la "necesidad de vegetales suculentos y variedad en la dieta humana", voces
prominentes obtuvieron el imprimátur del sistema médico para ayudar a introducir una colección
de nuevas y chifladas teorías sobre el escorbuto y las nuevas y emocionantes posibilidades
terapéuticas.
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En 1842, se publicó
Animal Chemistry (Química Animal) , formulando la "teoría de la proteína" de la nutrición
por Justus von Liebig. Carpenter resume sus tres puntos principales:
- "Las proteínas (como las llamaríamos) son ágilmente convertidas unas en otras en la digestión
animal debido a su fundamental carácter común.
- La energía que se necesita para la contracción muscular se deriva de la disgregación de las
mismas proteínas musculares.
- La única función de los almidones y azúcares no-nitrogenados en los alimentos es proteger los
tejidos de los efectos destructivos del oxígeno, al reaccionar ellas con el oxígeno y, al mismo
tiempo, produciendo calor que mantiene a los animales a su temperatura óptima de funcionamiento.
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Este marco teórico creó lo que se convertiría en el conocimiento sobre nutrición de la época,
que duró casi hasta el siglo 20: que sólo los alimentos nitrogenados (proteínas) tenían verdadero
valor nutricional y que otros compuestos orgánicos (lo que llamaríamos carbohidratos y grasas)
actuaban como "materiales respiratorios", suministrando la base para la integridad termal.
Basándose en la obra de Liebig, el Dr. Robert Christison creó una nueva teoría que encontró que
"la principal causa del escorbuto" era la insuficiencia de leche en la dieta. Sacó sus
conclusiones de las observaciones hechas en los brotes de escorbuto en las prisiones Británicas,
y sus opiniones sobre este asunto fueron tan influyentes en lo que podríamos llamar "deficiencia
de proteína" que alteró la dieta de los prisioneros incluyendo leche descremada, mañana y noche,
y media libra de carne. No importa que la cura indiscutible en ese punto, los cítricos, no se
hayan podido considerar alimentos "nitrogenados" -- observaciones de sentido común mencionadas
por un puñado de críticos de Christison, pero insuficientes para alterar su influencia.
(Recuerde, los alimentos proteicos, desde los primeros indicios del capitalismo, han significado
mayores márgenes de ganancias que los alimentos de otros grupos alimenticios, sin duda un factor
influyente y algo que discuto en mi primer libro).
[
28 ]
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Una teoría igualmente descabellada que se hizo ampliamente aceptada en los círculos de la
medicina ortodoxa fue la "teoría del potasio", razonando que al restringir su dieta de vegetales
suculentos, el enfermo de escorbuto era sujeto a una deficiencia de sales minerales,
principalmente potasio. Con el tiempo, la teoría se fue a pique, también, con el mero peso
del sentido común (p.e. si una deficiencia de sales minerales tiene algo que ver con el
escorbuto, ¿porqué el simple acto de la deshidratación -- en donde las sales minerales
son preservadas -- destruye el valor anti-escorbútico de las frutas y vegetales?).
Sin embargo, incluso en 1862, la teoría aún contaba con seguidores entre los de prestigio
médico.
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Gradualmente, el interés en nuevas curas para el escorbuto decreció con la ausencia del escorbuto
como un problema en tierra firme: en el verano de 1848, llegó una cosecha normal de papa, el
escorbuto decreció -- y sin una forma de ayudar a "crear" nuevos casos de escorbuto, la medicina
ortodoxa tuvo que dirigirse hacia otros mercados para pregonar sus bienes y servicios, pero no
sin antes emitir sus recomendaciones nutricionales finales, absurdas, para evitar el escorbuto:
"Evitar el uso de vegetales crudos, inmaduros, fruta ácida y de carozo . . . y bebidas ácidas
en general".
[
29 ]
La cura para es escorbuto requeriría, por supuesto, ignorar este "acertado consejo médico",
tan seguro como curar cáncer hoy requeriría la evasión de casi toda la quimioterapia, radiación,
y técnicas quirúrgicas invasivas y radicales -- las modalidades aprobadas por la FDA en
Occidente.
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Con esto en mente, no debería sorprender al observador alerta que el escorbuto siempre haya sido
escaso en áreas donde la gente vive "cerca de la tierra" -- no sólo porque están más aptos para
conseguir vegetales y frutas frescos, ricos en ascorbatos, sino porque están bendecidos por la
ausencia de amenazantes autoridades médicas.
Un buen ejemplo es
Hudson's
Bay Company, la corporación comercial más antigua de Norteamérica, con operaciones
continuas que se remontan a 1670. En todo ese tiempo, el escorbuto NUNCA ha sido un "problema
serio que entorpezca su desarrollo". Pasando por alto las muchas "théories du jour", Hudson's
embarcaba pequeñas cantidades de jugo de limón durante este mismo período del siglo diecinueve.
[
30 ] Uno tan sólo puede sopesar los horrores escorbúticos que
hubieran esperado a sus usuarios si
hubiesen seguido el "acertado consejo médico".
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No obstante, es el período siguiente, un período para el que cualquier niño escolar en Occidente
probablemente le dirá que el problema de escorbuto ya estaba resuelto -- (después de todo, eso
dice la narrativa común), que el escorbuto hizo su amenazante aparición otra vez y la medicina
moderna surgió nuevamente con otra ridícula teoría.
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Llamaremos a este período "La Edad
de la Teoría de la Ptomaína".
[
31 ]
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En 1876 una expedición marítima Británica retornó del Ártico justo después de un año. De
120 hombres, la mitad había sufrido de escorbuto, y 4 habían muerto por su causa. Una
completa investigación se ordenó por parte de la Cámara de los Comunes, conduciendo al
desarrollo de una teoría completamente NUEVA sobre la causa del escorbuto, que se
volvería influyente en los años 1900.
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Merece examinar que el escorbuto fuera aún un problema para los exploradores, más de 120 años
después de la ahora famosa publicación de Lind y sólo apenas un poco más de tiempo que esto
a la fecha de esta publicación. Como se ha mencionado, Weston Price notó que a pesar de la falta
de frutas y vegetales frescos, los Esquimales y otros pueblos del norte rara vez sufren de
escorbuto. Están en contacto con la tierra y su relación con ella.
[
32 ]
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Pero dichas observaciones claramente no cuadran con la narrativa común propia de la medicina
moderna, así que tuvo que crearse una nueva teoría en la era de las exploraciones polares para
explicar porqué quienes comían carne en las latitudes septentrionales no contraían escorbuto,
mientras que aquellos más al sur sí. Para nada sirvió más de un siglo de pruebas de que los
cítricos frescos ya eran una cura establecida. Y así resultó "La Teoría de la Ptomaína", la
cual, como uno de sus principales partidarios, Frederick Jackson, inconscientemente declarado,
requería el desplazo de la cura ya establecida, "el uso de jugo de limón no previene ni cura
el escorbuto . . . es una enfermedad que se desarrolla por comer alimentos enlatados . . .
un envenenamiento lento . . . " Los historiadores modernos de la medicina hacen el papel de
apologistas -- (no tienen otra opción) -- por el resurgimiento de estas periódicas y descabelladas
teorías en las que se engancha la medicina ortodoxa -- excusas que sí concuerdan con
el sentido común. En este caso, el escape es que Jackson observó a los grupos que tomaban su
añeja onza diaria de jugo de limón sin ningún efecto. Por consiguiente, los cítricos no tienen
ningún valor. No importa que la simple observación de que casi todos los alimentos se degradan
en valor mientras más tiempo pase desde su recolección de su fuente natural -- mayor distancia
en tiempo desde su cosecha inicial.
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Al trabajar con Vaughan Harley, un Profesor de Química Fisiológica en la Universidad de Londres,
Jackson intentó dar vida a su teoría -- la cual obtuvo credibilidad dada la nueva aceptación
de la Teoría de los Gérmenes de Pasteur. Los ensayos para la Teoría de la Ptomaína son descritos
por Jackson en una entonces respetada monografía en 1899:
"Si la carne no se preserva apropiadamente, los microorganismos la contaminan,
y como consecuencia se daña -- las bacterias químicamente cambian la albúmina, grasa,
carbohidratos en la carne, y el nuevo producto químico formado (ptomaínas) ocasiona el cambio
en color, olor, etc . . . Antes de que la carne se haya dañado tanto que sea repugnante a los
sentidos del olfato y vista, las bacterias pueden haber hecho su trabajo, y producido sus
ptomaínas . . . Es dicha carne contaminada, y no la carne dañada, a la que hay que ver
como la causa del escorbuto. La mayor prevalencia del escorbuto durante el invierno --
que se lo solía utilizar como argumento a favor de la teoría de la enfermedad sobre los vegetales
frescos -- apoya esta teoría; porque en verano, si se guarda la carne, las bacterias
proliferarían con tanta rapidez que la carne enseguida olería mal y sería desechada. En invierno
no se contaminaría tan rápido, y podría cocinarse y comerse sin pensar en un peligro. Hay que
recordar que, aunque el cocimiento destruye las bacterias, el calor ordinario tan utilizado no
tendría efecto sobre sus productos químicos, o ptomaínas. Nuevamente, si la carne estuviera
pútrida, comera causaría un envenenamiento agudo con ptomaínas, con dolor de cabeza, diarrea
violenta, malestar . . . si se consumiera carne apenas contaminada, la dosis no causaría efectos
inmediatos, y la enfermedad de desarrollaría gradualmente tal como sabemos que lo hace el
escorbuto.
[ 33 ]
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La teoría no fue considerada descabellada o ajena. Tenía el apoyo de nada menos que Lord Lister,
Presidente de la Royal Society -- representando el pináculo de la respetabilidad del sistema.
Los lectores recordarán que esta es la misma posición tomada por el Dr. John Pringle
a finales de los 1700, quien, para provecho financiero, promovió su inútil mosto de malta a
pesar de la clara evidencia de la efectividad de los cítricos tan abundantemente
expresada por Lind.
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Se llevaron a cabo experimentos con monos para apoyar la teoría -- lo cual se puede esperar,
porque uno de los más graves defectos en la religión popular que llamamos cientifismo es que
los experimentos siempre conllevan una predisposición hacia la doctrina esperada, establecida.
[
34 ]
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El hecho de que la más pequeña consulta con estudiantes de Oriente hubiera aniquilado la teoría
de la ptomaína en su crisol no pareció importar. Después de todo, en India se había observado
escorbuto en soldados que ni siquiera comían carne. Cuando eran hospitalizados, su escorbuto
se curaba "por la simple añadidura de limones frescos y papas".
[
35 ]
Tal observación, sin embargo, iba contra los esfuerzos de la medicina ortodoxa por unificar y
filtrar su constelación de observaciones, teorías y prácticas médicas bajo la rúbrica de la ahora
consagrada Teoría de los Gérmenes. No es, entonces, sorprendente que dos años más tarde, en
1902, la British Medical Association abrió su reunión anual con un reporte de su Inspector
General, un cirujano naval retirado de apellido Turnbull que expresó, "Por extensas . . .
investigaciones en la literatura . . . me veo forzado a concluir que . . . la presencia de
algún material tóxico en el alimento es la causa del escorbuto . . . también
que el jugo de lima o limón se ha aceptado erróneamente como preventivo certero
. . . Las provisiones frescas o puras son el verdadero antiescorbútico".
(añado énfasis)
Tal mentalidad, ahora establecida como un hecho médico y científico por el Sistema para inicios
del siglo 20, se refleja en los comentarios de Reginald Koettlitz, el cirujano en jefe en una
de las expediciones al Ártico de Jackson: "
El beneficio del supuesto antiescorbútico es un
engaño . . . que la causa del brote de escorbuto en tantas expediciones polares siempre
ha sido que algo estaba radicalmente mal con las carnes preservadas, ya sean en lata o saladas,
es prácticamente certero. Un alimento animal es escorbútico si la bacteria ha podido producir
ptomaínas en él . . . de otra manera, no lo es".
(añado énfasis)
[
36 ]
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El desastre que siguió, a saber, la muerte del
Comandante
Robert Falcon Scott (1868-1912) y sus acompañantes en la última expedición Antártica
(1910-1912), merece nuestra atención no porque murieron de escorbuto. La sabiduría médica
de esa época -- que pronto veremos no ha progresado mucho en el último siglo, y de muchas maneras
ha retrocedido -- lo hizo inevitable. Lo que importa es la forma en la cual se ocultó la
información.
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Lo más famoso en la historia Británica es que el ocultamiento se volvió una necesidad debido a la
segunda y final expedición Scott -- estableciendo un remolino de reconstrucciones históricas
que no fueron publicadas sino hasta finales los años 1970.
[
37 ] Que Scott perdió frente a
Roald
Amundsen en la carrera al Antártico -- una fuente irreprimible de vergüenza para los
Británicos -- no es tan importante como desenterrar el verdadero origen de su fallecimento.
La ración diaria en la expedición de Scott cuenta su historia por sí misma: carne desecada,
galletas, mantequilla, cacao en polvo, azúcar y té. Baja en calorías y deficiente en Vitamina C.
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Cuando uno de los cirujanos navales, Atkinson, emitió un reporte sobre las condiciones de Scott
y sus acompañantes después de que sus cuerpos fueron encontrados, se mencionó hambre y
congelamiento, pero ni una palabra se dice sobre el escorbuto. Huntford especula, con base en su
propia evidencia, que "hay pistas perdidas de que él [Atkinson] puede haber estado encubriendo
evidencia de escorbuto, lo cual no se podía revelar porque se hubiese reflejado en toda la
conducta de la expedición". Considerando comentarios hechos por miembros sobrevivientes de la
expedición, así como el grado de edición del propio diario póstumo de Scott, este autor diría
que las "pistas" se vuelven mucho más certeras que sugerentes.
[
38 ]
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La civilización occidental, como hemos visto, ha llevado a la humanidad bien adentro en el
camino de la maladaptación, pero pocos ejemplos son tan iluminantes como el del escorbuto
infantil, una enfermedad que está, primero que nada, enraizada en la inhabilidad para aceptar
que la leche materna es el alimento más perfecto para el infante. Como la medicina moderna
propone, de tantas innumerables maneras, que puede mejorar lo que hace la Naturaleza, mejor que
la propia naturaleza, no resulta sorprendente que nuestra civilización introdujera una colección
de fórmulas para bebé que suministran deficiencias nutricionales a los infantes que ocurren
hasta el día de hoy.
[
39 ]
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A finales del siglo 19, a los infantes que manifestaban sintomatología de escorbuto se los
diagnosticaba con lo que entonces se llamaba enfermedad de Barlow. Un sistema médico ortodoxo
que no puede curar el escorbuto en los adultos, ciertamente no lo va a hacer mejor con los
bebés -- y así es el caso, con prescripciones resultantes en ítems como clorato de potasio,
yoduro de hierro, corteza de quinina, aceite de hígado de bacalao, etc. Durante mucho más
de cuarenta años, los doctores hicieron dinero (por supuesto) visitando y prescribiendo una
variedad de compuestos para tratar una enfermedad de deficiencia para la cual la cura REAL
es impensable. Para un bebé en lactancia, la mejor prescripción antiescorbútica es la leche
materna. ¡Imagínese!
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El escorbuto infantil es justamente una "enfermedad de afluencia", un subconjunto de las
"enfermedades de la civilización" del cual las mencionadas versiones adultas del escorbuto
con ellas mismas ejemplos principales.
Boyden identifica el impacto de la civilización en el afloramiento de nuevas enfermedades:
"la mayoría de los desórdenes de los que sufre la gente en la sociedad Occidental son desórdenes
de la civilización, en el sentido de que hubieran sido escasos o inexistentes en la sociedad
primitiva".
[
40 ]
Lo comprendemos mucho mejor las bases fundamentales bajo las cuales florecería el escorbuto
infantil cuando nos damos cuenta de que en la civilización moderna, la mención misma del seno
de una mujer, ante todo, no trae a la mente ni la leche ni la subsistencia de infantes
pequeños. Entre ciertos grupos culturales, la amamantación está asociada a un cierto atraso
o incluso perversidad.
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De nuevo . . .
maladaptación.
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De tal
manera, no sorprende que mientras procedemos con nuestra cronología de una corta historia
del escorbuto, encontremos que el siguiente relato se dirija él mismo hacia la especialidad
clave de la medicina moderna: tratar la cuestión de la maladaptación -- fuente de los estados
de enfermedad -- con aún MÁS madalaptación. Tomó la forma de todavía más apoyo a la aún
naciente Teoría de los Gérmenes con la esterilización de la leche. La obra de Carpenter es
bastante sugestiva sobre la "leche cocinada" como la causa de una gran cantidad de escorbuto
infantil durante este período. Un ponente en una reunción de la Royal Society en 1898 definió
el pensamiento médico dominante de la época:
"La esterilización de la leche es uno de los más grandes avances que se han hecho en alimentación
infaltil . . . Las enfermedades más importantes con las que tenemos que lidiar entre los infantes
son los desórdenes digestivos en época de verano. La esterilización de la leche ofrece más
ventajas al revisar o prevenir esas enfermedades que ningún otro método que haya sido ofrecido
hasta ahora . . . Es posible que la esterilización de la leche pueda perjudicar sus propiedades
nutritivas en un ligero grado . . . pero el perjuicio hecho así está bien recompensado con la
más grande ventaja brindada al prevenir la enfermedad."
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Otro artículo considerado por la Society en la misma reunión es incluso más enfático:
"No parece justo introducir en el estómago de un infante un alimento que contenga miles de
bacterias en cada gota, siendo estas bacterias de calidad desconocida y muy posiblemente de
peligrosas y de naturaleza patógena."
[ 41 ]
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Nada de esto encuadraba en los artículos que se remontan a 1894 afirmando que la leche cruda
era conocida por ser antiescorbútica -- una cualidad que se perdía durante la esterilización. Pero
entonces, ¿qué era más importante? ¿Curar el escorbuto infantil? ¿O exaltar la información que
apoyaba, y al mismo tiempo ocultaba la información que desacreditaba, cualquier faceta de la
Teoría de los Gérmenes -- la nueva piedra angular del modelo de ganancias de la medicina?
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Para 1920 existía, sin embargo, suficiente respaldo epidemiológico para la idea de que la leche
materna tenía un valor inigualable para los infantes que no se podía obtener de los sustitutos
comunes de la época. En la edición de 1920 de
Index Catalogue to the
Library of the Surgeon-General's Office (Catálogo Index de la Oficina del Cirujano-en-Jefe)
se acopilaron reportes de veintidós países, incluyendo Australia, Japón, Noruega y Brasil. En
las comunidades donde el escorbuto en adultos estaba fuera de control, los bebés amamantados
no mostraron evidencia del mal de Barlow. La evidencia hacía claro incluso para los críticos
que el mal de Barlow en los niños y el escorbuto eran, de hecho, la misma enfermedad.
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Con la publicación en 1907 del famoso artículo de Axel Holst sobre el uso del cochinillo
de Indias como animal modelo para estudiar el escorbuto, sólo sería cuestión de tiempo antes
de que la cura para el escorbuto se exprese en una manera que incluso la oposición más arraigada
en la medicina moderna estaría en apuros para combatir.
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The discovery
of Vitamin C, its implications and the manner in
which the "cure for scurvy" is still suppressed to
this day are the subject of the fourth and final
section of this chapter.
El descubrimiento de la Vitamina C, sus implicaciones y la forma en que la "cura para el
escorbuto" se oculta aún hasta nuestros días son el sujeto de la cuarta y última sección
de este capítulo.