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Capítulo 2:
Escaróticos:
500 Años de Ocultamiento “El principal parámetro de la ciencia verdadera es el poder de desempeño, porque es un axioma que lo que puede, será, y por tanto alcanza la existencia real.”
s posición mía que durante la totalidad de la historia registrada de la cultura Occidental, pero más particularmente por cuenta de la influencia Griega y Romana desde mediados el Siglo Quinto A.C. hasta el presente, el ocultamiento de remedios medicinales simples y efectivos a favor de sistemas, métodos, productos, y protocolos más complejos, se ha incrustado en la misma médula del Sistema médico reinante. Examinaremos las numerosas estructuras políticas, económicas y religiosas – mi versión de “infraestructura cultural” – necesarias para sostener este sistema de ocultamiento en una próxima sección. Por ahora, tan sólo es importante establecer y definir el “patrón de ocultamiento” y aplicarlo a los escaróticos, como lo discutimos en el primer capítulo, así como para terminar primero con mi cronología inicial. Un ejemplo de médico pionero que de hecho UTILIZÓ escaróticos, se documenta bien en su éxito en el tratamiento del cáncer, fue bien conocido por haber sido víctima de la envidia entre sus colegas menos competentes (que incluía a casi todos salvo él mismo), y fue finalmente eliminado como medio para terminar con su espantosa vergüenza, debería servir al presente propósito. He lived in the 16th century. Muchos doctores de la antigüedad ganaron su reputación no porque fueran grandes teóricos, sino porque pudieron curar pacientes que encontraron poco alivio en otros lados. Había que ver para creer. Los buenos doctores curan a sus pacientes, y la consecuencia natural es el agradecido reconocimiento a través del pago de sus honorarios. (Hoy es lo contrario. Que les paguen es la prioridad. La cura es una idea secundaria. Es una patética realidad que golpea a cualquiera que haya visitado alguna vez la sección de Emergencias de un moderno hospital Estadounidense.) Maestro del eclecticismo empírico en las artes medicinales, Paracelso no dio crédito ni a las credenciales académicas ni al prestigio social. Comprendió los peligros inherentes de la rigidez ideológica y fue la antítesis misma del monoculturalismo en el enfoque médico, en todas sus diversas facetas teóricas y aplicadas que son hoy una infección en la medicina tanto como lo fueron atrás en los tiempos de Galeno. A Paracelso se lo injuria por su asociación con el misticismo, astrología y alquimia, de parte de historiadores contemporáneos – en efecto halló formas de adaptarlos todos en su práctica – y aún así sus críticos deben admitir a regañadientes sus inusuales éxitos. Siglos antes que Mesmer, Paracelsio comprendió y empleó los principios de la sugestión; siglos antes que Freud, comprendió la conexión mente/cuerpo; siglos antes que Antonio Meucci 5 or R. Raymond Rife, 6,7 utilizó terapia electromagnética; descubrió el hidrógeno y el nitrógeno; acuñó el término “alcohol” (del Árabe) 8, y identificó el zinc. Redactó su propia farmacopea y logró éxitos clínicos que pocos doctores pueden igualar hoy en día – todo en una época en que la especialización médica, como la conocemos, era inexistente. Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781), uno de las figuras más influyentes de la Era Intelectual, dijo de él, “Aquellos que imaginan que la medicina de Paracelso es un sistema de supersticiones que afortunadamente hemos superado, estarán, si por una vez aprenden a conocer sus principios, sorprendidos de saber que se basa en un tipo de conocimiento superior que aún no hemos adquirido, pero al cual quizás esperemos llegar.” 9. Su conocimiento de las sutiles energías que actúan sobre el organismo vivo se asemejan a los principios apenas hoy comienzan a migrar de nuestros recientes descubrimientos en física cuántica en las pesadas grietas de nuestras ciencias biológicas. A Paracelso se le acredita ampliamente no sólo como el “padre de la medicina moderna” – en parte por su separación radical y extensiva de las prácticas apotecarias de su época – sino como el padre de prácticas y disciplinas menos conocidas o respetadas, incluyendo la iatroquímica y la balneología. 10. Observando la amplitud de su trabajo y la duración de tantas de sus ideas (sin mencionar un universo de pensamiento que no duró – quizás porque no tenemos la suficiente conciencia colectiva para apreciarlos), no sería hiperbólico decir que fue “el precursor de la farmacología y la terapéutica químicas, y el pensador más original del Siglo XVI.” 11 En una faceta de su personalidad que al parecer es común entre aquellos que están muy por encima de la inteligencia promedio de sus homólogos médicos, Paracelso no se mostraba nada humilde. Se ha reportado que mientras daba una conferencia en la Universidad de Basilea, dijo que las pelusas atrás de su cuello sabían más sobre la práctica de la medicina que todos los profesores de Basilea juntos. 12. Un festivo libro repleto de trabajos de Galeno y Avicena, pilares del pensamiento médico del Siglo XVI, el cual Paracelso orquestó inspirado en el pensamiento del líder religioso y condiscípulo reformista alemán Martin Lutero (1483-1546), fue para muchos la gota que derramó el vaso. No fue suficiente que pudiera curar enfermedades que nadie más podía, sino que expuso un argumento y lo restregó en la cara colectiva de sus colegas. En una ocasión Paracelso ofreció curar cualquier paciente considerado incurable. Totalmente preparados para deshonrar a este salvaje fanfarrón, sus colegas se presentaron con quince casos avanzados de lepra. (Se puede suponer que como sus enemigos pudieron escogerlos, éstos no eran un reto cualquiera. Sin duda con caquexia avanzada y con un pie en la tumba). Curó a nueve de los quince. 13. La fórmula escarótica que Paracelso utilizó era tan simple y directa como las otras de esta práctica. En lugar de cloruro de zinc como hálido cáustico, Paracelso usó “sal amoniaca” (cloruro de amonio), junto con fuligo (hollín de madera), y orpimento (sulfuro de arsénico). 14. Según registros históricos, funcionaba. (Curiosamente, Paracelso usó su propia “pasta de arsénico” casi 400 años antes de que el ganador del Premio Nóbel, Paul Ehrlich, creara su propia célebre versión para tratar la sífilis a inicios de la década de 1900. 15. Versiones en los 1800 ya habían sido usadas por alópatas para tratar cáncer de piel). 16 Paracelso tenía una fórmula aparte que era menos “intensa”, la cual usaba para tratar cánceres de piel, ictericia, y algunas heridas. No conocemos el método exacto de preparación, pero se usaba “litargirio” (monóxido de plomo) como agente cáustico. 17 Como es de esperar, la reprobación de Paracelsio hacia lo tradicional a la larga le costaría la vida, siendo sencillamente empujado a un abismo por asesinos a sueldo “en el nombre de la fraternidad médica”, según partidarios. 18 Aunque la más ortodoxa reseña de la contribución de Paracelso a la medicina moderna no puede mermar su estatura, la versión alopática de su final, como con todo disidente, le atribuye una nada halagadora retirada de los escenarios – a saber, un altercado en un bar. 19 o víctima de una apoplejía a mediana edad. 20 La reputación de los disidentes más recientes que obtuvieron resultados milagrosos no tuvo mejor suerte – hasta el punto de alterar un certificado de defunción. 21 Paracelso fue mi opción ilustrativa aquí no sólo porque fue una luminaria médica sin igual, sino porque los elementos de omisión son de lo más vívidos en su vida y obras – como los que muy escasamente he recopilado aquí. Céntrico en el trabajo de Paracelso fue el uso de plantas naturales y compuestos minerales, y lo que podríamos considerar como rudimentos de la química moderna. No abandonó los conceptos Galénicos de la medicina herbal, pero su entendimiento fue más profundo, más rico, y más holístico – convirtiendo el verbalismo empírico, “basado en la evidencia” en una clase de subconjunto de un universo mucho más grande de pensamiento y práctica. Existen cientos de extractos botánicos, cuyo conocimiento viene a nosotros a través de fuentes aborígenes alrededor del mundo, las cuales han demostrado tener propiedades anticancerígenas. El Dr. Jonathan Hartwell, uno de los fundadores del Instituto Nacional del Cáncer, pasó la mayor parte de su vida adulta categorizándolas, dejando a su paso una referencia que podría convertirse en un clásico en el campo de la fitofarmacología y la etnobotánica. 22 (Más tarde escribiré un artículo, como devoto tributo a la influencia de Hartwell en mi propio trabajo.) 23 Pero los escaróticos no son sólo botánicos. Emplean, por definición, un compuesto ligeramente cáustico, con uno o más ingredientes botánicos. Los cáusticos usualmente implican el uso de una sal metálica, a menudo un halógeno combinado con un metal (hálido), como el cloruro de zinc o yoduro de potasio. 24 (Aunque en el caso de un famoso doctor, la contribución del potasio disociado fue considerada superior.) 25 Otro cloruro anhidro, el tricloruro de antimonio, entra en esta categoría. Muchos dermatólogos están conscientes de que junto con el cloruro de zinc, el tricloruro antimonioso fue uno de los ingredientes de numerosos escaróticos antiguos de los años 1900. 26 Pero su uso se remonta incluso a Paracelso en los años 1500 – aunque aparentemente lo usó para otras dolencias. 26 Siempre me mantuve fiel al cloruro de zinc en mi trabajo con escaróticos, y si se invierten cientos de horas (como yo lo hice) revisando registros de patentes para descubrir que cáusticos han usado anteriores investigadores, el cloruro de zinc es, ampliamente, el cáustico elegido. La familiaridad con sus útiles propiedades no es nueva. Los antropólogos han encontrado indicios de cloruro de zinc de fabricación humana en la Pirámide de Giza, elaborado AL MENOS hace 2500 años – (aunque un investigador atribuye su uso a la generación de energía y no a la medicina). 28 El cloruro de zinc, aunque ahora denigrado por los alópatas en un intento de difamar a los doctores alternativos, fue uno de tan sólo tres ingredientes en la pasta quirúrgica inicial de Mohs que ahora es céntrica en un procedimiento dermatológico estándar aprobado en todo Occidente. Los tres ingredientes que Mohs utilizó en su fórmula y que instruyó fueron: cloruro de zinc, sanguinaria canadiense, y estibina (sulfuro antimonioso, otro favorito de Paracelso) 29, y se puede encontrar en el trabajo original de Mohs. 30> Irónicamente, la AMA (American Medical Association), la FDA y otros pilares de la medicina ortodoxa ejercieron un enorme esfuerzo para sacar del negocio a Harry S. Hoxsey (y lo lograron) 31, y no obstante, la formulación de Hoxsey era casi idéntica a la de Mohs. ¿La diferencia? Mohs llamó al tópico un “fijador”, y de manera artificial e innecesaria incluyó una cirugía como parte necesaria del proceso. 32 La hipocresía y el ocultamiento han aparecido juntos cual parientes a lo largo de la historia de la medicina organizada, como lo veremos una y otra vez. (Por cierto, a los doctores Estadounidenses ahora se les enseña que el cloruro de zinc se eliminó como ingrediente de la pasta de Mohs porque es cáustico para el tejido cutáneo sano. No hay forma agradable de decirlo: es una mentira patente. Yo mismo he trabajado con bases de cloruro de zinc de 60% de pureza y tenido este reguero espeso y siroposo chorreando por mis dedos hacia los codos por más de una hora. Luego de enjuagar con agua corriente de tubería sólo hubo una ligera irritación en la piel de mi antebrazo. Lo he hecho no menos de cincuenta veces en un período de doce años – 1991-2003). El ocultamiento de métodos efectivos, baratos, naturales de cura tiene una historia en los EUA que es más extensa y egregia que en cualquier otra parte del planeta, en cualquier período de tiempo en la tierra. No entendía esta verdad hasta que comparé varias entregas de patente en los EUA, con casos en la Corte para Hoxsey, Rife, y otros, y luego comparé esto con trabajos publicados sobre el tema. Al final de 1857 y 1858, tres distintos doctores aparecieron en los EUA e Inglaterra con reportes de una cura para el cáncer que funcionaba con éxito sorprendente. 33 El primero fue el Dr. J. Weldon Fell. Hombre sin crianza plebeya, Fell nació en el seno de una antigua y distinguida familia Estadounidense con un largo linaje de famosos doctores y profesionales, Fell fue uno de los fundadores originales de la Academia de Medicina de Nueva York y profesor académico de la Universidad de Nueva York – como apunta el tratadista en cáncer Nat Morris, el suyo fue “uno de los más interesantes (episodios) en la historia del cáncer.” 34-36 Según Morris, “…una nube siniestra envolvió su carrera debido a su especialidad en cáncer, y en la cima de su vida, emigró a Londres para comenzar desde cero. Allá se comprometió nuevamente con el tratamiento del cáncer bajo circunstancias muy propicias, fue singularmente próspero y vivió de manera muy fastuosa.” Su partida de Nueva York estuvo recubierta de misterio, pero encaja en un patrón recurrente en los médicos cuyos tratamientos para el cáncer logran mucho más éxito que sus homólogos. Antes de partir, Fell intentó renunciar a la Academia de Medicina de Nueva York, pero su renuncia fue rechazada. Al parecer su asociación con un “curandero de cáncer”, un tal Gilbert de la ciudad de Nueva York, había causado una gran hostilidad en algunos colegas. Su renuncia fue pospuesta con la esperanza de “clavarle cargos de curanderismo para que pueda ser deshonrosamente expulsado de la academia.” Su partida de Nueva York estuvo recubierta de misterio, pero encaja en un patrón recurrente en los médicos cuyos tratamientos para el cáncer logran mucho más éxito que sus homólogos. Antes de partir, Fell intentó renunciar a la Academia de Medicina de Nueva York, pero su renuncia fue rechazada. Al parecer su asociación con un “curandero de cáncer”, un tal Gilbert de la ciudad de Nueva York, había causado una gran hostilidad en algunos colegas. Su renuncia fue pospuesta con la esperanza de “clavarle cargos de curanderismo para que pueda ser deshonrosamente expulsado de la academia.” El éxito ulterior de Fell en Londres proporciona evidencia en cuanto a la causa de su maltrato en Nueva York, como lo es la cuantiosa fortuna, obtenida al prestar servicios a una cuantiosa y agradecida base de pacientes en los EUA, a quienes llevó con él a Inglaterra. Le escribió a un amigo sobre alquilar un castillo por $100 semanales, monto enorme en aquellos tiempos. En la más fina tradición de Paracelso, Fell también fue un hombre falto de humildad. Simple huésped en su nuevo país anfitrión, ridiculizó a los cirujanos ingleses por “operar y amputar sin justificación alguna, y dijo que se cercenaban miembros meramente para satisfacer la vanidad o el sadismo de los cirujanos. Denunció que había prácticas toleradas en Inglaterra que jamás serían permitidas en los Estados Unidos y que de todos los médicos que había conocido en Londres, sólo habían dos en quienes confiaría para que lo tratasen a él o a su familia.” 37 Notablemente, con excepción de estos incisivos comentarios sobre las prácticas quirúrgicas de sus contemporáneos, Fell siguió en buenos términos con sus compañeros médicos ingleses, y aunque poco se sabe acerca de los años finales de su vida, el historial muestra que nunca volvió a caer en desprestigio – aseverado o de cualquier otra forma, profesional o público. El Dr. Fell publicó un texto sobre el cáncer, cuyo contenido es la base para su inclusión en el presente trabajo. 37b Según el leal saber y entender de este autor (y estaría encantado de escuchar a quien sea que refute mi aseveración) Fell fue el primero en publicar un escarótico que se haya convertido en el más popularmente usado en Occidente – a saber, el uso del cloruro de zinc como opción de cáustico, junto con una hierba medicinal cancerolítica (que combate el cáncer). El uso del cloruro de zinc en tanto que primordial, aunque ligeramente, cáustico (tiene un pH de 5.0), refleja la experimentación que tuvo lugar durante los siglos precedentes. Los cáusticos que se conoce han sido utilizados, en ese entonces y antes, en la medicina ortodoxa incluyen “nitrato de plata, cal viva, sulfato de cobre (a veces usado con bórax), ácido sulfúrico (aceite de vitriolo) mezclado con azafrán, y permanganato de potasa. Los cáusticos alcalinos tales como el sulfato de zinc también estaban en boga.” 38 El Dr. Fell los descartó a todos, así que tuvo que haber conocido sus limitaciones, como lo sabía su contemporáneo y colega usuario de preparaciones escaróticas, el Dr. John Pattison (ver abajo). La publicación misma de Fell lo ubica 20 años por delante de la presentación de la Patente Estadounidense No. 209,311, y sólo cuatro años detrás del tratado de A. Hunton de 1855, “De algunas de las virtudes medicinales de vegetales aborígenes cultivados en los Estados Unidos.”. Igualmente Hunton nos dice que la forma en que los secretos médicos concernientes a la sanguinaria canadiense se obtuvieron de un doctor Indígena fue menos que honorable. 39 (Nada de lo cual se compara, por supuesto, con el hurto rapaz de las tierras aborígenes Estadounidense y gran parte de sus mismas vidas.) 40 Incluso aparte de que Fell haya admitido abiertamente que el rol central de la sanguinaria canadiense en su producto medicinal provenía de nativos salvajes, 41 está el tema de su uso en la medicina tradicional Norteamericana mucho antes que, en específico, su uso expandido en Pennsylvania, ya documentado en 1811. 42 Además, dado que la sanguinaria canadiense es nativa del continente Norteamericano, su aparición en Rusia infiere que puede haber sido exportada allá. 43 Estudios internos del Instituto Nacional del Cáncer, los mismos que han sido destruidos, muestran un uso aún más amplio en tiempos recientes. 44 Pero nuevamente, es Fell quien anuncia públicamente la mejora de un escarótico por medio de la adición de sanguinaria canadiense al cloruro de zinc. De mayor importancia resulta el reporte final que el directorio del Middlesex Hospital le permite publicar concerniente a los resultados en 25 pacientes de cáncer, sustentando su afirmación de que su tratamiento era mucho más exitoso que cualquier otro en ese entonces disponible “justificó dejar de lado la cirugía para el alivio del cáncer.” 45 En su comunicación oficial, el directorio dio los siguientes cauteloso avales al tratamiento para el cáncer de Fell:
Por ahora es importante saber que Fell no estuvo solo en su descubrimiento – aún en sus propios tiempos. Casi al mismo tiempo que Fell hacía avances en el Hospital Middlesex, el Dr. John Pattison, igualmente expatriado de la ciudad de Nueva York que vivía en Londres, también estaba predicando el mismo mensaje con lo que resulta ser la misma fórmula. Pattison, como Fell, aborrecía el tratamiento quirúrgico del cáncer por ser un fraude ante el público. En 1858, Pattison, asimismo, publicó su propio trabajo, un panfleto, el cual proporcionaba no sólo la fórmula exacta, sino una descripción precisa de su uso. ¿Sus ingredientes? Cloruro de zinc, hidrastis (Hydrastis canadensis), harina y agua. (Este autor, habiendo experimentado con variantes de ambas fórmulas durante años, puede certificar que el resultado final tanto de la fórmula de Fell como la de Pattison eran casi indistinguibles tópicamente.). Para hacer hincapié en este punto, Pattison expandió su panfleto a un libro en 1866, titulado “Cancer: Its nature and successful and comparatively painless treatment without the usual operation with the knife.” (Cáncer: Su naturaleza y tratamiento exitoso y comparativamente indoloro sin la operación usual con el bisturí.” 48 Ni Fell ni Pattison estaban obsesionados con la eliminación de métodos más invasivos para el cáncer sin un sólido razonamiento. Ya en 1844, el Dr. Leroy d’Etoiles recopiló una encuesta que fue publicada por la Academia Francesa de Ciencias. Hasta el día de hoy dicho reporte sobre sobrevivencia en cáncer es probablemente el más extenso que se haya publicado. Se basaba en resultados suministrados por 174 doctores en 2,781 casos, con un seguimiento “en ciertos casos de más de treinta años.” 49 La versión corta: los pacientes están mejor, en la mayoría de casos, sin hacer nada en lugar de escoger la cirugía. Hoy, a pesar de las modernas mejoras en las técnicas y equipos, “el predominio de la cirugía en el tratamiento del cáncer pese a estas nefastas observaciones se ha mantenido ignorando esmeradamente y ocultando información adversa por parte de los que detentan el poder.” 50 La continua práctica de cirugías innecesarias con fines lucrativo es un factor que contribuye a que las “muertes por mala práctica médica” sean la tercera causa principal de muertes en los EUA – así lo dice un estudio que milagrosamente encontró la forma de llegr a las páginas de la gaceta de la American Medical Association apenas en el 2000 – aunque fue ignorado en gran medida por los medios de comunicación masivos. 51 Pattison no era singular en su enfoque. (Ningún doctor merece tanto respeto como él). Indicó el rol de la dieta, reflejando el rol etiológico de la nutrición que era un siglo adelantado a su tiempo. A pesar de lo tardío de su publicación, el involucramiento de Pattison con el mismo Hospital Middlesex que trajo fama al Dr. Fell es bastante revelador. Resulta que el trabajo de Pattison en Londres vino ANTES que el de Fell. En 1852 Pattison ofreció demostrar su método a los directores del Hospital Middlesex e incluso trabajar sin paga alguna. Un acuerdo inicial se logró en cuanto Pattison trabajaría con veinte casos dando a conocer sus métodos, permitiendo la revelación de sus métodos y la crítica de los resultados. Los directivos dieron marcha atrás. 52 Un pedido posterior se hizo en 1854 rogándole. Pattison continuó trabajando en Londres, donde forjó una práctica exitosa que fue amplia y extensiva. Sin embargo, Pattison fue etiquetado como “cura-cáncer” y “curandero” por sus colegas médicos. Su nombre fue deliberadamente omitido año tras año en el directorio semioficial de médicos, un acto de mala fe que sólo cambió por un acto del Parlamento. Comparando la vida laboral de Fell y Pattison, hay un punto que se vuelve muy instructivo. Sus fórmulas y protocolos fueron, desde un punto de vista funcional, casi idénticos. ¿Entonces porqué la comunidad médica aceptó a uno con los brazos abiertos y denigró a la otra como una curandería? Ésta es una de las muchas anomalías en el sistema del cáncer que desafía la explicación lógica. ¿Porqué las autoridades Federales de los EUA me persiguieron por mi Cansema, cuyos principios activos eran el cloruro de zinc y la jarilla, los cuales aparecen o han aparecido en productos aprobados para el cáncer (en la pasta quirúrgica de Mohs y Actinex (NDGA))? ¿Porqué se me obligó a confesar que vendía “un medicamento no aprobado”? ¿Es porque el NDGA está bien si es hecho en un laboratorio, pero no si proviene de la jarilla, la misma planta de donde se lo descubrió – una planta con un extenso historial etnobotánico de uso con propósitos médicos? 53 Se puede encontrar éstas y tantas otras contradicciones “non-sequitur” y “ganancias sobre lógica” a lo largo y ancho de la industria médica. El tercer y último médico / espécimen de 1858 es también instructivo. T.T. Blake, M.D., publicó “Cancers Cured without the Use of the Knife.” (“Cánceres Curados sin el Uso de un Bisturí”). A diferencia de Fell y Pattison, Blake no reveló lo que era su fórmula. Sin embargo, la descripción que da del proceso es tan similar a aquellos de los demás escaróticos, y tomando en cuenta el extraño origen de Pattison y Fell en Nueva York durante el mismo período de tiempo, que estaría de acuerdo con la interpretación de Nat Morris de que era probablemente una fórmula escarótica cercana a la de ellos. 57 Estoy casi seguro de que estos casos históricos representan meras sombras en la larga lista de doctores que han usado preparaciones escaróticas. Fueron inmensmente exitosos y sus reportes clínicos en su mayoría positivos. Entonces, ¿porqué los escaróticos cayeron en desuso? ¿Es posible que la respuesta se encuentre en las “Diez Condiciones” discutidas en el Capítulo 1? ¿Existe una explicación lógica que las pueda refutar? Aún en los registros médicos de la antigüedad encontramos evidencia de la omnipresente práctica de omisión hacia esas prácticas terapéuticas que constituirían la mayor amenaza para la medicina organizada. Mucho antes de las publicaciones y pronunciamientos de los escaróticos en 1858 – de hecho, mucho antes de las milagrosas curas de Paracelso, la verdad era evidente para todos los que investigaran sin intereses concedidos. El mismo Paracelso, queriendo promover sus logros escogió un homónimo que no refutara la elocuencia de sus protocolos escaróticos. “Paracelso” es el Latín de “sobre Celso” – ¿entonces quién habrá sido Celso para que Paracelso lo escogiera como punto de noble comparación? ¿Porqué no “Paragaleno”? Poco después de la invención de la prensa impresa alrededor de 1450 por Johann Gutenberg, uno de los primeros trabajos médicos publicados fue “De medicina”, por Aulas Cornelio Celso, el primero médico Romano y escritor médico. 58 Su publicación inicial en 1478, apenas quince años antes del nacimiento de Paracelso, tuvo una gran aceptación en la comunidad médica ortodoxa. Dividido en tres partes, de acuerdo al tipo de tratamiento que demandaban múltiples enfermedades – dietético, farmacéutico, y quirúrgico – el trabajo de Celso sentó las bases para muchos de los componentes del paradigma médico moderno de maneras incluso más fundamentales que las de Paracelso. Incluso Celso creía que “los cáusticos deberían probarse antes que el bisturí o la cauterización.” 59 Antes que él, los “cáusticos” eran usados por los antiguos doctores Árabes y Romanos. 60 Visto desde una perspectiva histórica tan larga, ¿es realmente posible que una forma realmente efectiva de curar cáncer pueda haberse omitido tan fácilmente? Con el tiempo, podrá contestar esta respuesta usted mismo, pero ya que yo mismo vendí mis propias preparaciones escaróticas a incontables miles de doctores y usuarios finales alrededor del mundo entre 1990 y 2003, talvez debería terminar contándole mi propia historia.
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¿La Verdad? Cura el Cáncer. 99% de las Veces Tópicamente. Punto.
Garantizado, los cánceres de piel son los más fáciles de tratar y curar. Pero el escándalo tras los escaróticos reside en que tal cura para el cáncer de piel ha existido literalmente durante cientos de años – algo que usted aprenderá al completar el Capítulo 2 a la izquierda. El cloruro de zinc – base de los “escaróticos modernos” y han estan uso corriente desde la década de 1850, aunque siempre fueron el blanco del ocultamiento de parte de la comunidad médica ortodoxa.
La razón para este ocultamiento es obvia: los cánceres de piel representan un gran porcentaje del negocio de los dermatólogos. En algunas áreas, los carcinomas celulares basales y escamosos y los melanomas con sus primos queratóticos pre-cancerosos representan más del 50% de sus trabajos. La AMA y las compañías farmacéuticas trabajan muy duro mpara maximizar su parte de mercado. Cualquier cosa que funcione tan bien, tan económicamente, y que tenga propiedades de diagnóstico propio de modo que no se necesite la asistencia de un doctor, constituye una abominación. El apagón
. . . es difícil determinar qué es más nauseabundo: las horrendas historias de ocultamiento y abuso en la industria del cáncer que Morris develó en 1959…o que nada haya cambiado desde entonces durante más de 45 años. Para mayor información sobre el Ocultamiento en la Industria del Cáncer y una lista de lecturas sugeridas, ver la página
Cancerolytic Herbs: A History of Supresión
(Hierbas Cancerolíticas: Una Historia de Ocultamiento) – en el sitio de
Alpha Omega Labs, hoy en día un sitio web meramente informativo.
Tratado sobre
el Cáncer
J. Weldon Fell, publicó su ‘Tratado sobre el Cáncer y su Tratamiento’ en 1857. Un Estadounidense con un éxito extraordinario curando cáncer trabajando en Nueva York, se convirtió en un expatriado en Londres para escapar a la multitud de colegas celosos en los Estados Unidos. Aunque el libro sólo tiene 95 páginas, las últimas 30 páginas están dedicadas a algunas de las curas más asombrosas del Dr. Fell. En lugar de incluir melanomas u otros casos más sencillos (curas que son un juego de niños para quienes saben usar escaróticos), incluye aquellas instancias que eran consideradas entre los tipos más difíciles de curar de cáncer en aquel tiempo. Otros casos reportados incluyen uno uterino y un par de casos de cáncer epitelial de nariz – similares a los comprendidos en los frívolos juicios de tipo “Sue Gilliat” en el siglo XXI. Ungüentos
para el Cáncer
Naiman cubre más que yo los detalles históricos del uso de los escaróticos, y lo hace muy bien. Sin embargo, el material sobre el período de práctica es tan inexacto que a ratos me sobresalta. En algún momento ella declara que “…comenzando por el principio, se debe subrayar que los expertos, desde Hildegard hasta el presente, han todos más o menos concordado en que los ungüentos no son una cura. A lo mucho, son una alternativa a la cirugía. Nada en ellos podría prevenir una recurrencia.”
61
Bueno, eso simplemente no es cierto.
Un usuario experimentado de escaróticos sabe que eso es paralizantemente absurdo. O quizás la señora Naiman no estaba trabajando con las mejores formulaciones. Cansema, para empezar, es una cura. Y la no-reocurrencia es una regla. Francamente, en los trece años que produje y vendí Cansema, diría que AL MENOS 50% de todos los usuarios no tuvieron absolutamente ninguna recurrencia de sus cánceres de piel, o de otros brotes sustraídos cerca de la piel. Al menos. Yo mismo he usado Cansema en cerca de cinco brotes a lo largo de los años. Sólo uno de ellos volvió a salir de manera que tuve que hacer una nueva aplicación, y eso fue ocho años después. Ahora, me doy cuenta de que algo de esto se puede atribuir a la propia formulación del Cansema, aún con lo refinada que era gracias a la continua rectificación con base a comentarios de usuarios finales y asistentes médicos durante un periodo de trece años. En otro lado Naiman dice, “aún los más fervientes defensores del ungüento no los recomiendan como sustituto de un diagnóstico apropiado.” [62] Lo que ella no le dice es que dicha recomendación está hecha para conciliarse con la omnipotente presión de la industria médica. Ningún galeno con experiencia en escaróticos cree que su producto no sea auto-diagnóstico (p.e. reacciona sólo a tejido canceroso o precanceroso). Si una formulación escarótica NO reacciona sólo a tejido canceroso o precancerso entonces es una fórmula inferior. Así que una persona sólo afirmaría la aseveración de Naiman si fuera falta de experiencia en el uso real de los escaróticos desde un punto de vista clínico, o estuviese usando formulaciones inferiores, o se pusiera de rodillas ante las presiones de la industria médica para solaparlos. Puedo ahora hablar honestamente sobre el tema porque ya no produzco ni vendo más mis fórmulas. Antes de mi encarcelación, tenía que mentir como todos los demás. ¿Y la curación puede tomar tanto como “siete meses”? Naiman dice que esto “no resulta inusual”.” [63] Tal caso era muy raro con Cansema. En su página web, Naiman declara: “No creo que el cloruro de zinc tenga la capacidad de diferenciar tejidos sanos de malignos. Dependiendo de tejido conectivo y la pigmentación y otras variables, puede ser más ágilmente absorbido por ciertos tumores, pero el tejido sano definitivamente no es insensible a este producto. “El cloruro de zinc se hace vertiendo ácido hidroclórico sobre zinc. Es extremadamente cáustico y no sólo puede dañar la piel sino que posiblemente ocasione dolor extremo y cicatriz marcada. Sin embargo, se puede enjuagar con agua si ocurre un contacto accidental fuera del área de tratamiento deseada. Sólo tenga en mente que es cáustico y necesita usarse con cordura y cautela.” Muy recientemente, ella borró la información en esta página y la archivó, pero luego la misma información aparece en su página "cloruro de zinc y sanguinaria canadiense" [64] Para contrarrestar esta información inexacta añadí una pregunta en la sección de preguntas frecuentes del sitio web de Alpha Omega Labs, y además una foto de mi propia mano cogiendo un puñado de cloruro de zinc, con el cual he trabajado durante más de una hora seguida con sólo una leve irritación en la piel. (Ver foto más abajo). Harry Hoxsey
Kenny Ausubel es al Dr. Harry Hoxsey lo que Barry Lynes es al Dr. R.R. Rife. Ambos biógrafos dieron a conocer sus temas al mundo.
Ausubel dio un paso más al hacer una película, que aún se puede ver en el sitio web de Alpha Omega. La relevancia del trabajo de Hoxsey en este capítulo es por el grado al cual el dinero y la política suprimen incluso al tratamiento médico más efectivo que no adule al sistema médico ortodoxo, el cual exige que el tratamiento de cáncer, en particular, cumpla con los estándares de su “paradigma de altas ganancias”. La mayoría de los tratamientos efectivos para el cáncer son muy económicos, lo que los hace dignos de ocultarse. Usted obtendrá una gran dosis de esta verdad al estudiar a Hoxsey – el éxito de sus clínicas y decenas de miles que lo apoyaron cuando la FDA lo persiguió. La historia de Hoxsey es la historia de la brutalidad de las ganancias por sobre la humanidad, la decencia, y el principio científico. La historia de Hoxsey se ha convertido en la metáfora adecuada para lo incorrecto del sistema de “cuidado de la enfermedad” que tenemos hoy en día y que ha convertido a las necesidades de salud del ciudadano común en un sistema cruel de servidumbre financiera. Rx Business
[Richard Carter – ‘The Doctor Business’ (El Negocio del Doctor)] --
Exploramos este mismo territorio en el trabajo de Wohl de 1984,
El Complejo Industrial Médico. Escrito en 1958, se percibe que el problema se remonta a la antigüedad – que la medicina organizada es intrínsicamente peligrosa para la salud y cruel con las necesidades de la persona común. Comienza con una cita de Hipócrates (cerca de 400 A.C.) que es tan cierta hoy como lo fue hace 2500 años cuando escribió: “Si bien el arte de sanar es la más noble de todas las artes, aún así, debido a la ignorancia tanto de sus profesores y de sus impetuosos críticos, ahora ha caído en la peor de las reputaciones. La causa principal para esto me parece que es por ser la única ciencia para la cual las naciones no han determinado penalidad por mala práctica. La mala fama es el único castigo.”
A la luz de un ocultamiento de 500 años de las preparaciones escaróticas, se obtiene la impresión de que “la política y la codicia” han estado presentes todo este tiempo. Ha empeorado, por seguro, pero la semilla estuvo ahí desde hace mucho.
Tratando
Al demente Desquiciadamente
Su impulso inicial podría ser buscarle la relevancia. ¿Qué tiene que ver nuestro tratamiento a los dementes con el ocultamiento de la tecnología médica para alimentar al torbellino propulsado por el lucro de la codicia empresarial?
Todo. El modo en que son tratados aquellos en medio de nosotros que están MENOS predispuestos para hablar por, o defenderse a sí mismos, es elocuente en cuanto a cómo el resto de nosotros recibimos un tratamiento. La cordura es, después de todo, algo totalmente relativo. El título de Whitaker trunca la esencia de las cosas, “Demente en América: Mala Ciencia, Mala Medicina, y el Persistente Maltrato a los Enfermos Mentales” (2001). El trabajo en sí mismo está compuesto por cuatro partes, dividiendo el enfoque Estadounidense sobre los enfermos mentales en “La Bruja Original” (1750-1900); “La Era más Oscura” (1900-1950); “De vuelta a la Bruja” (1950-1990); y “Medicina Demente Actual” (1990 – Presente). Esta verdad no sólo impacta, sino que refleja el suelo fértil en el que se podría esperar la supresión de tecnologías médicas baratas y altamente efectivas que puedan florecer. Asombrosamente, a los esquizofrénicos en los EUA les va peor que los pacientes de los países más pobres del mundo, “y muy posiblemente peor que a los pacientes de asilos de principios del siglo XIX…como sociedad estamos muy engañados sobre su eficacia.” Whitaker traza el historial de un tratamiento específicamente diseñado para “silenciar a los pacientes y entorpecer sus mentes.”(¿Paralelos?) Al principio, a los pacientes se los “giraba” hasta que se volvían “tan débiles y mareados que no se podían mover.” Se les sacaba sus dientes, ovarios e intestinos, y en una contribución terapéutica tan estremecedora y elocuente sobre la inhumanidad de la medicina ortodoxa, los pacientes eran sumergidos en agua tan fría que les ocasionaba hipotermia. Cuando la eugenesia hacía furor entre 1920 y 1930, otras terapias aún más horroríficas fueron introducidas. Se introdujo la “lobotomía” que “funcionaba” dañando el cerebro, seguida en 1950 por el electroshock y oleada tras oleada de nuevas terapias que hacían poco más que deteriorar al paciente. Los neurolépticos adormecían el sistema nervioso y restringían el movimiento motor. A medida que los estudios mostraron que estas drogas no funcionaban, se las puso de lado bajo la influencia de las poderosas compañías farmacéuticas que las fabricaron. Una larga lista de ejemplos en el libro muestra cómo las compañías farmacéuticas sesgaron sus estudios y “emplearon científicos charlatanes” para llevarlos a cabo. El hecho es que, los fármacos nuevos, más caros y “atípicos” no son más efectivos que los antiguos; lo que sí se ha encontrado, es todo un nuevo conjunto de efectos secundarios. Aún más perturbador, es que se ha alentado a pacientes a participar en experimentos que “exacerban su desvarío”. El ánimo de lucro de las compañías farmacéuticas tiene un sabor fuerte que satura las últimas dos “partes” de libro. Y esto nos trae a mi motivo para incluírlo como el ejemplo literario final para esta sección sobre ocultamiento médico. En otra era, otra edad…otro espacio en el tiempo, el doctor tomaba el Juramento Hipocrático de “no hacer daño…” y …lo cumplía. En otra era, otra edad, curar a los pacientes era lo primordial; hacer dinero era secundario. ¿No somos, también, pacientes? ¿No estamos, también, siendo “estupidizados”, anestesiados de la principal intención que mueve nuestro tal llamado “sistema de cuidado de salud”? ¿No nos están tratando de la misma manera que los dementes, pero con una ilustración menos obvia? ¿No están aún intactos todos los mismos elementos de crueldad, brutalidad, e insensible descuido? No se puede estudiar la historia del ocultamiento de enfoques médicos simples, efectivos, y luego leer este libro sin ver las obvias correlaciones. Puede que reaccionemos a un veneno diferente, pero bebemos de la misma copa. |